NAUFRAGAR EN LAS BOTELLAS

¿O BUSCAR EN LOS NAUFRAGIOS?

 

 

Naufragios y espumosos, parecen ir de la mano. La profundidad, temperatura, salinidad y el escaso nivel de luz, esa oscuridad en la que se encuentran los pecios hundidos, parece que conforman una de las mejores bodegas posibles para estos preciados caldos. Vinos centenarios que forman parte del paisaje arqueológico de casi cualquier pecio, en cuyas cubiertas, en sus rutas, viajaban como mercancía o como necesario gusto al paladar, pero ¿ante qué nos encontramos con la aparición de estas botellas centenarias? Desde la antigüedad existe un denominador común en las naves que surcan el mar azul, en muchas de ellas se transportaban vinos.

 

 

Preciosos caldos de Grecia o la Galia transportados en ánforas vinarias romanas, son un testigo muy habitual en la arqueología romana y en el paisaje de sus hundimientos. Ya en la época moderna, las rutas de intercambio se atestaban en forma de bodegas navales, repletas de frágiles botellas de cristal de las mejores firmas del mundo. Naufragios y botellas como maridaje habitual.

En el pasado, el rescate indiscriminado de las botellas sin método arqueológico ha supuesto daños irreparables para los yacimientos arqueológicos que contenían dichas botellas. La carga del pecio, como parte fundamental, crucial de ese documento histórico, nos hablaba sobre su historial comercial, su ruta, su sentido y su rumbo.

 

 

Cuando comenzamos a bucear con mi esposa, en Mallorca, en los escasos ratos libres de trabajo en el restaurante, en 1981, teníamos el mismo sueño de todos los que bucean en el Mediterráneo: encontrarnos con un naufragio fenicio, romano o griego repleto de ánforas de aceite de oliva, de vino y de monedas antiguas. Nunca lo encontramos, pero disfrutamos de uno de los paisajes submarinos más hermosos de la tierra.

 

EL NAUFRAGIO DE LA GOLETA SUECA JÖNKÖPING

 

 

En 1998, el Monopole de Heidsieck, Goût Américain, cosecha 1907, ocupó los titulares del mundo del vino. Del naufragio de la goleta sueca Jönköping se rescataron unas 3.000 botellas de este champán en 1998. En 1916 un carguero sueco, el Jönköping, fue fletado para entregar 10,000 botellas de Cognac, 17.000 barriles de Borgoña y 3.000 botellas de Champagne a la Corte Imperial del Zar ruso Nicolás II. Un submarino alemán torpedeó la nave, llevando a pique al carguero y con él, a todo lo que transportaban sus bodegas. Las latitudes y profundidades marinas esconderían una interesante sorpresa; la mayoría de las botellas se mantendrían intactas por el agua fría en la que mora el pecio.

 

 

En 1998, 3.000 botellas de Champagne serían rescatadas. La marca y la cosecha lo dejaba bien claro, la añada de 1907 Heidsieck & Co. Monopole, parece que fue una de las mejores del siglo.

 

 

La goleta zarpó de Francia con destino a Rauma (Finlandia) en octubre de 1916. Al parecer, el destino era San Petersburgo, Rusia. La bodega del barco contenía una carga para el zar Nicolás II, consistente en acero para reparar las vías férreas rusas, varios barriles de vino y coñac, y 50 cajas de Champán de la casa de Heidsieck-Monopole.

 

 

Temprano en la mañana del 3 de noviembre de 1916, el capitán del Jönköping, E B Eriksson, trató de evitar el bloqueo alemán en el Mar Báltico. Sin embargo, el submarino alemán U22 interceptó al Jönköping. Esta fue ya la décima vez que el Jönköping fue atrapado con contrabando. El capitán del submarino, Bruno Hoppe, no tuvo elección: permitió la evacuación segura de la tripulación. Luego hizo instalar explosivos en el Jönköping y envió la goleta con su carga a 62 metros del fondo del mar.

 

 

Los preciosos champagnes fueron almacenados allí durante 82 años a cuatro grados centígrados y (debido a la enorme profundidad) a una alta presión externa. Estas inusuales condiciones de almacenamiento demostraron ser óptimas más tarde durante la degustación por parte de varios renombrados conocedores de vinos, ya que el champán se presentó sorprendentemente como excepcional en todos los aspectos.

 

¿QUE HABÍA OCURRIDO?

 

 

El Báltico tiene una salinidad muy baja, que es una de las principales razones por las que las botellas recuperadas de esta parte del mundo, como el champán Heidsieck de 1907 encontrado en el naufragio del carguero sueco Jönköping en el Golfo de Finlandia en 1998, tienden a estar en tales condiciones. También se podría comparar el naufragio extraordinariamente bien conservado del Vasa en Estocolmo. Además, la alta presión del agua profunda obliga a los corchos de champán a mantener un sello hermético: la presión del agua contrarresta la presión dentro de la botella.

 

 

Pero con los vinos tranquilos, la presión puede obligar a que los corchos entren en la botella. Además, la alta presión del agua profunda obliga a los corchos de champán a mantener un sello hermético: la presión del agua contrarresta la presión dentro de la botella. Pero con los vinos tranquilos, la presión puede obligar a que los corchos entren en la botella. Y así se pierde todo el vino.

 

CHAMPAGNES DEL BÁLTICO: UN MENSAJE QUÍMICO DE 180 AÑOS DE ANTIGÜEDAD

 

 

Otras 168 botellas fueron encontradas a 50 metros bajo el mar Báltico en julio de 2010. El nuevo estudio, publicado en la revista PNAS, cuyo principal resultado fue el informe y el “análisis químico y sensorial” del líquido histórico, dirigido por el profesor Philippe Jeandet, de la Universidad de Reims Champagne-Ardenne.

 

 

El Prof Jeandet y sus colegas utilizaron diversos tipos de análisis químico para comparar la composición de tres botellas del naufragio, hecha por Veuve Clicquot, con botellas hechas recientemente por la misma casa de champán. Los resultados son espectaculares. Este estudio tanto para los arqueólogos e historiadores como para los profesionales del vino, tiene una importancia crucial.

 

 

Lo que podríamos denominar como un perfecto maridaje entre el vino y la ciencia histórica. “Era imposible oler”, debido a la pequeña cantidad, “pero fue fabuloso”. Sabores de tabaco y cuero, atestiguaron los “sommeliers”: “El sabor se mantuvo durante dos o tres horas en el páladar.”

Como parte de su análisis, el equipo de profesor Jeandet encontró, que la composición del vino era sorprendentemente similar a las muestras modernas,  simplemente con algunas diferencias notables. Por un lado, no había muchas burbujas, esto sería probablemente debido a que el gas escapó gradualmente a través de los tapones de corcho. “Lo más sorprendente… fue ver que los aromas y características químicas se conservan durante el tiempo que el vino pasó en el fondo del mar”.

Andrew Waterhouse, enólogo de la Universidad de California en Davis, dijo a la BBC que la investigación fue “muy interesante, haciendo especial mención al alto contenido de azúcar informaron los investigadores”. Se trata de un tipo de vino que todavía bebemos hoy, así que no es una reliquia antigua, que es parte de nuestra historia actual, que hacemos en estos días, pero este champagne es muy diferente, especialmente en relación con el nivel de azúcar. En más del 14%, el contenido de azúcar era “notablemente alto”,  más alto que la mayoría de los vinos de postre hoy. La investigación histórica como aliado de la enología, otra vertiente de nuestras botellas naufragadas.

 

NAUFRÁGOS Y NAUFRAGIOS

 

CHARLES BAUDELAIRE

 

Estos naufragios nos deja bien claro que donde está el ser humano, por difícil que sea la aventura, bien cerca hay un licor, un champagne o un buen vino. De ahí lo que sentenció Baudelaire: “Existe en la esfera terrestre un gentío innumerable e innominado cuyo sueño no podría dormir los pesares. El vino escribe para ellos cantos y poemas”. Pues bien, parece que en toda esa esfera terrestre, como bien nos atestigua la arqueología, sumergido o no, nos hallamos con miles de borgoñas, champagnes, oportos o whiskys. Todos ellos al final van a dar la razón a Foucault y a la arqueología. “El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento”. Posiblemente muchas de aquellas botellas sumergidas expresan mucho más que el abandono del vidrio y el líquido en el tiempo y en el espacio. Mucho más.

 

Emilio R. Moya

 

 

Fuentes: BBC.COM, thegentlemansjournal.com, abcblogs.abc.es

 

 

 

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

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