PIAZZOLLA UNIVERSAL

CIEN AÑOS DEL TROESMA

El genial músico nació en Mar del Plata el 11 de marzo de 1921. Fueron sus padres Vicente Piazzolla y Asunta Manetti, integrantes de dos frondosas familias italianas que habían llegado a la incipiente villa balnearia en busca de prosperidad. Con el mismo propósito, Vicente y Asunta -los “Noninos”- emigraron a Nueva York en 1926 llevándose al pequeño Astor, de apenas 5 años.

Con Carlos Gardel en «El día que me quieras»

 

 

El pequeño Astor con los «noninos» en Nueva York

Al retornar en 1937, Astor sabía tocar un bandoneón que su padre le había comprado en una casa de empeños de Nueva York. Pero su destino no estaba en Mar del Plata sino en Buenos Aires, donde el tango vivía su época de oro.

 

Los “Noninos” retomaron su vida marplatense mientras Astor -al tiempo que prosperaba como músico- se casó con Dedé Wolf en 1942. De ese primer matrimonio nacieron dos hijos: Diana (1943) y Daniel (1944).

 

Ayer se cumplieron 100 años de su nacimiento y nuestro pequeño homenaje es recordar los lugares donde solía comer en Buenos Aires, su pasión por la buena comida y sus dotes de cocinero.

 

CHIQUILÍN DE BACHIN

 

Dice un conocido tango:

 

«Cuando llegués de New York,

De Hong Kong o de Madrid,

Hay un bife en Chiquilín

Y un abrazo para vos.»

(Del Tango «Buenos Aires es tu fiesta» Música de Raúl Garello; Letra de Horacio Ferrer).

 

Con esta frase la Dirección recibe a los huéspedes que entran en el Restaurante, sito en la calle Sarmiento 1599, esquina Montevideo, de Buenos Aires. A la entrada una gran chapa de latón brillante informa: «Declarado de interés Turístico por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por ser heredero del estilo y la tradición del Bodegón porteño. Expresión inimitable de la gastronomía de Buenos Aires y lugar de encuentro de personalidades de la cultura y la bohemia de nuestra ciudad». Efectivamente es un restaurante muy original que encanta a cualquier turista en busca de locales típicos, con una buena cocina, sobre todo el Bife de chorizo. En el Chiquilín se destacan las carnes asadas al carbón y los Cortes especiales certificados Aberdeen Angus. En Argentina, los ejemplares de esta raza son criados exclusivamente a base de pasturas naturales, dando como resultado una carne sabrosa y tierna.

 

Pablito Gónzalez, aquel chiquilín que inmortalizaron Piazzolla y Ferrer

Pero saltan a la curiosidad de cada turista interesado, dos nombres raros: Chiquilín y de Bachín, y todos se preguntan: ¿Qué procedencia tienen? Chiquilín como se podría comprender es diminutivo de chico, y es costumbre en Uruguay llamar así a los chicos más pequeños.

 

 

Mientras Bachín es el nombre del primer patrón y cocinero del restaurante que se remonta al 1927, cuando el local estaba situado siempre en la misma calle Sarmiento pero en la parte opuesta, poco más de frente; y con el restaurante había también el juego de bochas, llamado boliche. Este patrón era italiano, y podemos deducir de su nombre Bachín , genovés.

En el restaurante de Bachín, había un chiquillo que vendía rosas andando de mesas en mesas (ahora los patrones no lo permiten más). Fue el poeta Horacio Ferrer que dedicó a ese chico la poesía. Ferrer es uruguayo, nacido en Montevideo en el 1933, un tío suyo lo llevó pues a vivir a Buenos Aires; y es natural que utilizara el nombre de chiquilín en vez de del criollo “pibe” o el castizo “chiquillo”. El poema está escrito a lado de un chiquilín pintado en un cuadro, puesto en una bella vista en el local frente a la entrada lado derecho.

 

Pablito Gónzalez en la actualidad, trabaja como fletero y tiene 62 años

Astor Piazzolla puso la música, y de ahí nació el tango «Chiquilín», devenido enseguida un clásico, cantado magistralmente por Roberto Polaco Goyeneche. Pero fueron, y todavía son, muchos los cantantes que siguen cantando este tango, y sus versos siguen arrancando lágrimas:

 

Por las noches, cara sucia / de angelito con bluyín, / vende rosas en las mesas / del boliche de Bachín; / si la luna brilla / sobre la parrilla, / come luna y pan de hollín? / Cada día en su tristeza / que no quiere amanecer / lo madruga un seis de enero / con la estrella del revés / y tres reyes gatos / roban sus zapatos, / uno izquierdo ¿ y el otro ? ¡también!  / Estribillo / Chiquilín dame un ramo de vos / ¡así salgo a vender / mis vergüenzas en flor! / Baléame con tres rosas / que duelan a cuenta / del hambre que no te entendí, Chiquilín?  / Cuando el sol pone a los pibes / delantales de aprender, / él aprende cuanto cero / le quedaba por saber; / y a su madre mira, / yira que te yira; / pero no la quiere ver / Cada aurora en la basura / con un pan y un tallarín, / se fabrica un barrilete / para irse ¡y sigue aquí! / Es un hombre extraño / -niño de mil años- / que por dentro le enreda el piolín?.

Letra de Horacio Ferrer y Música de Astor Piazzola

 

 

 

LA CANTINA DE PIERINO

 

 

Desde el 11 de marzo de 1999, Astor Piazzolla tiene su esquina en Buenos Aires. La Cantina de Pierino, en Lavalle y Billinghurst, fue el lugar elegido por su dueño -cuyo nombre lleva el restaurante- para homenajear con una placa de bronce a su viejo amigo y fiel cliente.

 

“Con Astor éramos amigos desde los años sesenta. Pasábamos mucho tiempo juntos y había épocas en que venía casi todos los días. También eran fieles clientes Aníbal Troilo, Angel DAgostino y Enrique Cadícamo” cuenta Pierino, que no sólo era el dueño de la cantina sino también el único cocinero. El de ayer no fue un día elegido al azar. El 11 de marzo cumplía años Piazzolla y, casualmente, también Pierino. “La idea de homenajear a Astor me la dio un muchacho que me hizo un fileteado en los vidrios del restaurante. En un principio dudé, porque a Astor no le gustaban estas cosas. Pero después hablé con Diana -la hija de Piazzolla-, se acercó la gente de la Academia de Tango y del Centro Astor Piazzolla y me convencieron”, contaba Pierino.

 

La Cantina de Pierino es un lugar con historia. El local pertenecía a sus abuelos -desde 1909- y en una de sus mesas el bandoneonista y Horacio Ferrer compusieron María de Buenos Aires. Pierino hablaba de Piazzolla y los ojos se le ponían brillosos. Una placa en esa esquina del Abasto recuerda a su gran amigo. El lugar fue inaugurado en 1909 por la familia Capalbo. Actualmente, sus descendientes –de origen calabrés, hasta donde yo sé-, siguen trabajando en la cocina

 

SU NIETO Y LOS GUSTOS DEL MAESTRO

 

DANIEL «PIPI» PIAZZOLLA

“Las comidas preferidas de mi abuelo eran todas. Pero le gustaban mucho los espaguetis con una salsa que preparaba él, salteada con mucho ajo y oliva. Los quesos, los fiambres, las picadas, los asados. Pero en primer lugar creo que está la pasta y la pizza. La buena pizza. Si hay algo que une a un porteño y a un italiano, es la buena pizza.

 

Hay una muy buena pizzería, Albamonte, que es en Chacarita. Mi abuelo solía comer ahí. Y por suerte a mí me llega el delivery a casa. Así que en cuarentena, una vez por semana, pido a esa pizzería que es como una pizza argento-italiana perfecta. Albamonte es una cantina tremenda, en frente al cementerio. Mi abuelo iba ahí con mi papá. Después papá nos llevaba a nosotros y ahora mis hijos ya saben de qué se trata”.

 

SU GRAN AMOR

 

Con la mirada a veces perdida en lo alto buscando algún recuerdo, Laura Escalada —el gran amor de Astor Piazzolla— abrió por primera vez en años la puerta de la casa que compartieron (para recibir a infobae.com de cuya página web proviene este extracto textual) y brindar una emotiva entrevista.

 

Trajo como testigo estelar al Doble A, el célebre bandoneón que cobró vida en las manos del artista, y que ella misma mezquinó a otros ojos, motivada por el vínculo intenso que él tenía con ese instrumento. Así recordó su primera cita: “En ese año hubo un brote de botulismo y un día me llamó y dijo: “¡Tenés que venir porque me dieron el departamento y como tenía hambre abrí una lata de Brie y me la comí…”  Yo como una tonta le digo:’¿Hizo puff ?, y él me dice: ‘¡Sí, sí! ¡Estoy envenenado! ¡Tenés que venir!’… Le dije que tenía que llamar a un médico y no a mí.

 

A la noche vuelve a llamar para preguntarme si quería ir a cenar porque tenía la noche libre y ‘causalmente’ —enfatiza— yo no tenía que levantarme temprano al otro día. La cena era más temprano, así que le dije que sí. Cuando estamos por cenar lo primero que pregunta es: ‘¿Te gusta el ajo?’, yo le dije que sí y mucho, a lo que respondió: ‘¡Qué suerte una mujer a la que le gusta el ajo y lo dice!’ Entonces comimos ajo al pollo, no pollo al ajo —ríe—. Charlamos toda la noche y después de eso no nos separamos más».

 

Entre sus placeres, comer era uno y cocinar otro, aunque cuando hacía lo segundo dejaba todo «hecho un desastre, pero le encantaba hacerlo». «No comía mucho, pero le gustaba la buena comida y nunca comía algo del día anterior… No era de beber, de vez en cuando tomaba un whisky después de trabajar”.

 

Emilio R. Moya

 

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

NODO norte

Un suplemento del Diario La Capital

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