IL NUOVO VERONESE
Buenos días amable lector.¿Somos lo que comemos? Cibo, el artista urbano italiano, afirma que sí. De acuerdo con el pintor, la comida nos transporta a la inocencia de la niñez, a nuestras raíces, a aquella patria de la infancia. Y es por ello que desde hace años, se ha dedicado a modificar los grafitis callejeros que conllevan un discurso fascista en Italia, modificándolos por pinturas gigantes de comida, un mensaje, que ha tenido un gran impacto en su país, y en el mundo entero.
Al igual que Bansky, el italiano optó por un pseudónimo para permanecer, inicialmente, en el anonimato. Cibo, que en español significa “alimento” o “comida”, comenzó con el Street Art en la década de los 90’s, pero no fue hasta hace unos diez años que comenzó su proyecto para “cubrir” con su arte, los mensajes de odio que surgían en las calles de Verona.
Fresas, sandías, melones muffins y pasteles, disfrazan por completo los muros y objetos que alguna vez fueron cubiertos por esvásticas, y mensajes de supremacía racial. Lo mejor, es que el artista urbano lo toma con humor y se arma con latas de aerosol de colores, cubiertas con la leyenda ‘spray anti-nazi’, para comenzar a cubrir su lienzo.
“El Street art se vuelve poderoso porque tiene sentido en ése lugar y en ése momento. De hecho, siempre trato de vincular este aspecto porque en un mundo efímero, la verdadera obra de arte no es el diseño, sino la interacción con las personas”, especifica el autor desde su página de Facebook, donde también se pueden apreciar todas sus obras.
EL ARTE COMO HERRAMIENTA DE CAMBIO
Pier Paolo Spinazzé es un italiano de 37 años que se dedica a cambiar la sociedad a través del arte. Al hablar de lo que hace y para describirse a sí mismo le gusta citar al escritor británico Brian Aldiss: “Sea lo que sea la creatividad, es en parte una solución a un problema”.
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EL ARTISTA EN ACCIÓN
Es dueño de la cuenta de Instagram @cibo.oooo, donde comparte con sus más de 206.000 seguidores de todo el mundo las intervenciones que hace en la vía pública. Cuando se le pregunta cuál es su ocupación, responde: “Soy un artista callejero”.
“Desde 1998 me dedico a la realización de murales, al Street art y al graffiti. Son una pasión que las pude transformar en trabajo”, consideró el autor de “Cibo” (comida en italiano). Pero si bien ahora se convirtió en su profesión, esta pasión empezó hace varios años: “En mi niñez siempre dibujaba las paredes. Cuando crecí lo seguí haciendo y ahora hace 23 años que estoy en las calles”.
Su fama apareció cuando empezó a compartir fotos de cómo tapaba esvásticas con dibujos de comida: “Me gusta mucho. Es una buena solución para un problema muy malo”. Poco a poco fue sumando seguidores y se volvió un artista reconocido a nivel mundial con más de 206.000 fanáticos de todos los continentes.
RAZONES PARA COMPARTIR SU OBRA
Hay varios motivos para seguirlo: el repudio hacia los grupos fascistas que persisten en varios países de Europa, el amor por el arte y la creatividad con la que lucha contra el odio de algunos sectores de la sociedad.
“Verona está llena de fascistas, pero eso era justo lo que yo necesitaba”, dijo sobre la ciudad donde vive, y siguió: “La gente entendió la importancia de lo que hago y así mi ciudad está libre de odio, por lo menos en las paredes”.
Sobre cómo encuentra las escrituras racistas, el artista italiano reveló: “Mucha gente me avisa donde hay dibujos para eliminar. Si puedo siempre pido permiso”, y aclaró: “Pinto durante el día y soy educado”, a diferencia de las otras personas que pintan las paredes durante la noche como acto delictivo.
Pero no es todo alegría, colores y simpáticos dibujos de comida: “Mi familia y yo recibimos amenazas, pero lo que más me molesta son las quejas de los políticos de extrema derecha. Tratan de detenerme, pero solo me dan más hambre”, bromeó.
Lo que muchas veces sucede es que algunos muestran su descontento con los coloridos dibujos de alimentos. Como reflejan algunas de sus publicaciones, una vez que tapó una esvástica, sus “rivales” vuelven a dibujar sobre sus alegres diseños. Parece una lucha interminable, pero después vuelve a tapar esas imágenes llenas de odio.
LA GÉNESIS DE SU ARTE
No es difícil encontrarse un día de paseo por la calles de Verona, algún símbolo que evoca al más puro fascismo en alguna de las paredes de nuestro recorrido. Esvásticas sin sentido, mal pintadas con mensajes que incitan al odio y al racismo. Spinazzé ha conseguido eliminar centenares de grafitis con mensajes fascistas de las calles italianas, dejando en su lugar, sorprendentes murales con multitud de alimentos característicos de la gastronomía de su país.
La gastronomía en la cultura italiana es símbolo de identidad, cultura y unión. Algo más sagrado de lo que en muchos otros países podríamos pensar, por lo que si consiguiera eliminar los mensajes fascistas con algo tan sagrado como la comida, estaría sentando a todos en la misma mesa. Sin distinciones, ni diferencias.
GRAFITTIS CARGADOS DE DOLOR
Verona, ciudad natal de Cibo, es una de las ciudades de Italia, en las que el ambiente de la extrema derecha es más protagonista. “Para una persona que trabaja en el campo de la libertad, el fascismo es un obstáculo”. Los mensajes neofascistas predominantes en sus calles, junto al clima político y algún incidente de violencia, provocó su reacción: “he podido ver las marcas de la violencia neofascista en mis amigos, ya que hace once años un grupo de neofascistas mató a un compañero de estudios universitario. Después de ese día decidí que era suficiente; y aunque no fuera mucho, debería haber hecho algo al respecto”.
Tras la muerte de su amigo. Un día se encontraba paseando por las calles de su ciudad, topándose una vez más con una pared llena de mensajes neofascistas. No pudo más. Ya era suficiente. Ese día nació “Cibo” junto a un colorido y enorme mural de salchichas que taparían la oscuridad del odio e intolerancia.
El personaje que le daría la fuerza necesaria para luchar con creatividad, cultura e ironía contra la extrema derecha. Una cruzada en la que lleva embarcado más de diez años.
“Mis armas son el arte, la cultura y la ironía, tres cosas que son completamente desconocidas para esta gente”, comenta el artista. “Por lo tanto, cada vez que volvían a arruinar mi trabajo, agregaba murales de salsas a la salchicha.
De esta manera, su odio se convirtió en parte de mi cocina”. “El antifascismo es un valor constitucional y no partidista. Por eso, cada ciudadano debe ser responsable de defender la libertad con sus propias habilidades e idiomas”.
“No hay nada excepcional en lo que hago. Sin embargo, es una vergüenza lo que todos los demás deciden no hacer”.
“Más bien quiero derrocar la aceptación desenfrenada y sistemática del odio. La gente aquí en Verona no se sorprende si los adolescentes prenden fuego a un vagabundo o cuelgan maniquíes de colores en el estadio. El odio se ha convertido en normalidad”, destaca.
“Si bien estos ‘fascistas’ son peligrosas como grupo, por sí solos son un montón de cobardes, además de bastante predecibles. Los uso para crear obras que los artistas de la galería ni siquiera pueden imaginar. Sin su odio, nunca me hubiera vuelto tan famoso”, admitió Cibo.
COMIDA VS ODIO
Si hay algo verdadero en el Universo desde su inicio, es que la luz y la oscuridad, son fuerzas que se enfrentan y buscan ocupar la totalidad de la realidad. Día a día pisan esta sociedad, individuos que buscan ver el entorno arder, intoxican el planeta con sus intereses mezquinos y siembran con odio los sentidos del hombre. Afortunadamente, quedan algunos emisarios de luz, que enfrentan las llamas, en este caso, con pintura e imaginación, con verduras y frutas; y dedican su tiempo y vida, para enfrentar al odio entre prójimos con arte y con amor.
Dentro de un camino oscuro se asoma un rayo de luz, en un mundo tan competitivo y dominante, y nos damos cuenta, que siguen existiendo osados buscando la paz, la igualdad; y tal vez, un sentido de justicia.
Le gusta comer, de eso no cabe duda. Pero la obsesión gráfica de Spinazze con las frutas no se explica por su glotonería. “El alimento es tradición y es territorio”, argumenta el creativo. La idea de prestar especial atención a la fruta se justifica por dos motivos. El primero, su lugar de origen, donde se cultivan muchas frutas y verduras, sobre todo fresas. Casualmente, este es el elemento que más se refleja en su trabajo.
El segundo motivo es meramente educacional. Durante el último año, de hecho, ha llevado su proyecto a los muros de las escuelas, un lugar donde proliferan los grafitis de odio y los malos hábitos alimenticios. “En toda ellas llevaba a cabo el concepto de los cinco colores de la fruta y la verdura para enseñar una alimentación colorida y sana”.
Emilio R. Moya