LA MAGIA DE LOS VALLES CALCHAQUÍES
Buenos días amable lector. Al oeste de la provincia de Salta, los valles Calchaquíes esconden secretos. Este espectáculo que la naturaleza preparó durante siglos, recorre 300 kilómetros desde su punto naciente en la ladera sur del Nevado del Acay hasta pisar el norte de las provincias de Tucumán y noroeste de Catamarca, con una altura de 1500 a 3500 metros sobre el nivel del mar.
Mientras uno recorre el camino desde la ciudad de Salta, dirigiéndose por Cerrillos directamente hacia la Cuesta del Obispo, para llegar a Cachi, o directamente hacia Cafayate, para hacer el recorrido inverso, el paisaje se caracteriza por una imponente aridez.
Sin embargo, en el seno de las quebradas, en el regazo de las faldas y en todo lugar donde haya agua, la aridez se transforma en vergel.
Regados por el generoso río Calchaquí y sus afluentes, los fértiles valles calchaquíes son unas manchas de verdor, unos oasis escondidos aquí y allá, presididos por un diáfano cielo.
Colosales formaciones rocosas que mudan de colores, los custodian como un testimonio inmune al paso del tiempo. La mirada se pierde en la inmensidad, y el viento, el sol y el silencio acarician y estremecen el alma.
El milagro del agua fertilizadora hizo posible que estas tierras fueran habitadas por el hombre desde hace 12.000 años. Primero, por grupos de nómades cazadores y recolectores y, finalmente, por comunidades sedentarias agrícolas y pastoras.
LOS POBLADORES DEL VALLE
Eran pueblos que pertenecían a un tronco común: la cultura Diaguita o Calchaquí, la que alcanzó gran dispersión territorial y el más alto desarrollo cultural en el noroeste argentino.
Para algunos autores “calchaquí” significa “indios fieros, alzados”, para otros “rincón donde se cosecha o amontona”. Ambas referencias hablan de la riqueza agrícola de la zona y de la belicosidad de sus habitantes.
Los calchaquíes debían defender su fértil suelo de la codicia de otros pueblos, razón por la cual las guerras les eran habituales. Tenían dos lugares para habitar: el pueblo que era su morada en tiempos de paz y que se establecía en una zona baja, y el “pucará” donde se mudaban en tiempos de guerra. Para la construcción de esta fortaleza aprovechaban una parte alta y escarpada del cerro desde donde controlaban todo el valle.
La agricultura era la actividad comunitaria más importante, construían terrazas en las laderas de las montañas donde cultivaban maíz, papa, zapallo, poroto, quinoa. Y compensaban la aridez del terreno con el riego a través de canales y acequias.
Poseían grandes rebaños de llamas que llevaban a apacentar a las alturas de los cerros, de ellas obtenían carne, lana y cuero.
Excelentes alfareros, elaboraban bellas piezas tanto de uso diario como religioso o ceremonial, con motivos geométricos y figuras estilizadas en colores negro, rojo y blanco. También eran amantes de la música, especialmente del canto con percusión.
A través del tiempo, capas de civilización se fueron amontonando y amalgamando en el espíritu de los calchaquíes. El legado de sus ancestros cacanes e incas se mestizó con el aporte hispano, y esta rica mixtura forma parte de la cultura popular del noroeste argentino.
UN DESTINO DE ENSUEÑO
Hay ocasiones en que uno se duerme. Y como bien dice el viejo refrán: cocodrilo que duerme es cartera. Lo digo porque a pesar de haber pasado un año maravilloso trabajando en los Valles en 1990, de tener amigos entrañables en Tucumán y en Salta, en esta ocasión, dormí.
Tal vez porque nunca volví a dormir como en aquel año, bajo un cielo de estrellas que jamás había visto y solo vuelvo a ver, cada vez que vuelvo a los Valles. Solo una noche bajo esas estrellas, justifica el viaje.
Por suerte, los amigos que tan bien hace el Blog de W.O.F.A, el 22 de enero y el 1 de febrero de este año y los amigos de Vinómanos.com, el 14 de marzo del 2019, ya se habían ocupado de señalar, que para un enófilo de ley, este viaje es imperdible.
Así que como los cito y los enlazo, para que ustedes puedan acceder a sus notas originales, me voy a permitir el lujo de acercarles algunas de sus notas de viaje, para que sepan de qué se trata la cosa. Pero reitero, por enésima vez, los enlaces están puestos para que ustedes puedan leer las notas completas, tal como los autores y sus medios las subieron a la red.
Y lo hago, en mi nombre, y en nombre de Oscar y de todos los autores de páginas y blogs, porque ya nos estamos cansando de “leernos” en otros sitios, de acá, de allá y de más allá. En castellano, en inglés, en ruso y en islandés, sin la más mínima referencia, ni cita al pie.
Copy + translate + paste, o simplemente Copiar y Pegar. Y eso amable lector, acá y en la Cochinchina, se llama choreo. Y está muy lejos de los manuales de estilo periodístico, acá o en la Cochinchina.
ALGUNOS DATOS DE BODEGAS
ESTUVIMOS EN ROSARIO DISFRUTANDO VINOS CON Rafa Domingo
“Un solo dato da cuenta del fenómeno de distinción: el valle representa el 3,5% de los viñedos argentinos, pero en conjunto exporta por cerca del 5% en divisas. Valor es la clave. ¿La razón? Plantados entre 1700 y 3100 metros de altura, los viñedos del valle Calchaquí ofrecen todos los rangos posibles de temperaturas –de calientes a heladas– que pueden dar buenas uvas”.
BODEGAS EL ESTECO CON CLAUDIO MAZA
En el valle hay bodegas históricas, como Etchart, Vasija Secreta, Domingo Hermanos y La Rosa, luego devenida El Esteco, o Finca El Recreo hoy Quara.
Todas con grandes vinos clásicos y modernos. También bodegas de escala con perfiles modernos, como Colomé, Amalaya y Piattelli Vineyard.
SAN PEDRO DE YACOCHUYA
Pero también hay productores pequeños haciendo vinos casi secretos, que despiertan la admiración de los paladares especializados. En eso, casas como San Pedro de Yacochuya, Tacuil, Arca Yaco, El Porvenir, Dal Borgo y Adentro, Lanús Wines , Valle Arriba, Domingo Molina, Paco Puga o , Mugrón Cafayate Donde se juntaron cinco enólogos amigos y crearon «una nueva planta» dice Rafael Domingo junto a Francisco “Paco” Puga, Claudio Maza, Alejandro Nesman y Mariano Quiroga Adamo. Esta causalidad se logra en el Valle Calchaquí, y estas son solo algunas bodegas por mencionar solo algunas”.
Muchos de estos vinos salteños se encuentran en la tienda de @nodonorteok
Además del paisaje –un valle amplio y a la vez desértico y lunar de a ratos– la escasez de agua configura una serie de oasis pequeños, como pecas casi invisibles en los mapas. Lugares de sonoros nombres, como Luracatao, Pucará, Hualfín, Cachi o Tolombón, hoy se suman al rosario de pueblos que enhebran los ríos Calchaquí y Santa María y recorren el valle en sentido opuesto.
Allí donde confluyen los cauces está Cafayate, cuyo nombre en diaguita es, precisamente, “cajón de agua”.
LAS PROPUESTAS DE W.OF.A.
“Valles Calchaquíes: vinos, empanadas, folclore y más” y “6 wine hotels en Salta para disfrutar de vinos y cocina de altura” se titulan las dos notas que dedica el Blog.
De allí destacamos lo siguiente:
“A la provincia de Salta, en el norte argentino, se la conoce como “La linda”. Ese apelativo tiene sus razones: sus valles y quebradas, sus caminos de altura y sus pintorescos pueblos cargados de historias que forjaron la cultura de la región la convierten en un lugar de ensueño para cualquier visitante”.
“Bien podría llamarse “La Gustosa”, porque nadie puede resistir la tentación de probar sus empanadas, el locro, los tamales, las humitas y sus vinos de altura, tan reconocidos en todo el mundo. Es la cuna del Torrontés, pero también es el terruño donde otras cepas, como el Malbec y el Tannat, entre otras, se expresan con gran personalidad”.
CACHI, LA TIERRA COLORADA DE PIMIENTOS
“Una escapada interesante si vas en otoño -marzo a mayo en el hemisferio sur- es hacer un stop en la ciudad de Cachi. Verás que un rojo intenso tiñe el suelo: se trata de los famosos pimientos que los productores dejan secar al sol tras cosecharlos a mano, pacientemente.
Los pimientos son extendidos en grandes superficies, conocidas como canchones, hasta alcanzar una densidad de 2800 kilos por hectárea. Allí se deshidratan durante dos semanas”.
WINE HOTELS EN SALTA: UNA SELECCIÓN DE ALTA GAMA
“BODEGA COLOMÉ
A 2300 mts de altura, en la localidad de Molinos, se encuentra Bodega Colomé, fundada en 1831. Estancia Colomé es un hotel boutique con 9 habitaciones únicas, ubicadas en una gran galería colonial, entre jardines de lavanda y viñedos.
PATIOS DE CAFAYATE
En Cafayate, corazón de los Valles Calchaquíes, se encuentra uno de los más bonitos wine hotels en Salta: pertenece a Bodega El Esteco y está emplazado en el edificio histórico que supo ser la casa de sus fundadores, de 1892.
GRACE CAFAYATE
Sin dudas una de las propuestas más modernas de los Valles Calchaquíes, al sur de Cafayate. El hotel forma parte de La Estancia de Cafayate, con más de 500 hectáreas que cuenta con cancha de golf de 18 hoyos, deportes hípicos y spa y piscina.
HOTEL ALTALUNA
En Tolombón, Altalaluna Boutique Hotel & Spa es otra de las opciones calchaquíes, construido sobre un edificio centenario de 1892.
VIÑAS DE CAFAYATE WINE RESORT
Viñas de Cafayate es otro refugio de estilo colonial, a solo 3 km de la plaza principal de Cafayate. Galerías que dan a un patio interno con fuente, paredes de adobe espaciosas, vistas al cerro San Isidro y a los viñedos.
MIRALUNA
En Cachi, a 3000 metros de altura, están las cabañas de la Bodega Miraluna, construidas con adobe, piedra, cañas, madera, lajas y cardón en medio de un paisaje agreste que invita a contemplar la inmensidad de la precordillera con una copa de vino en mano”.
Emilio R. Moya