Despertar sin ruidos, sin relojes, sabiendo que hay todo un porvenir que llegará sin previo aviso.
Despertar porque sí, con ganas de levantarte, de salir al mundo, de aprovechar el día. ¿Te pasa en Buenos Aires? A mí, no. Pero cuando estoy en un viaje enológico con amigos, recorriendo los Valles Calchaquíes, comiendo rico y bebiendo mejor, me pasa. Claro que me pasa.
El sol salió y con él aparecieron los colores. Los viñedos lo recibieron primero y el verde césped después. ¿Césped en Cafayate? Sí, al menos en la Estancia El Retiro, nuestra casa que nos albergó durante esos días, hay un césped que invita a caminar descalzo.
No lo hice, claro. A pesar de esos primeros rayos de sol, el frío de la noche se resignaba a marcharse. Me abrigué bien y, café en mano, salí al parque a contemplar los viñedos, la montaña y las casonas de estilo colonial de la Estancia El Retiro que armonizaban con el paisaje.
La bocina del auto que habíamos alquilado me devolvió a la tierra. Tenía que apurar mi desayuno porque ya partíamos hacia la bodega del día, la dueña de ese hermoso lugar:
Una bodega de familia
El Porvenir de Cafayate pertenece a la familia Romero – Marcuzzi. Como muchas otras de la zona, nació a finales del siglo pasado cuando la viticultura cafayateña recibía los primeros aires de renovación y expansión al mundo. En sus vinos se respiran los aromas del Valle Calchaquí fusionados con la innovación puesta al servicio de la elaboración.
Desde 2012 la bodega es dirigida por Lucía Romero Marcuzzi, quien creció jugando entre los viñedos que eran propiedad de su abuelo en la vecina Tolombón y que luego de formarse en Buenos Aires y en Francia volvió a sus pagos para hacerse cargo de la bodega familiar.
Desde entonces, Lucía mantiene el respeto por el terruño y el cuidado de las vides que le inculcaron sus antepasados sumando innovación e investigación tanto en los viñedos como en la bodega, involucrándose de lleno en la producción, el trabajo en las fincas, la comunicación y las finanzas.
La bodega está ubicada en el medio de la ciudad, a tres cuadras de la plaza principal (¿o la única?) de Cafayate. Al entrar, nos encontramos con Lucía que estaba atendiendo a un par de turistas extranjeros a los que no les coincidían ninguno de los horarios programados para los recorridos turísticos. Luego de comprometerse a hacerles el tour en persona, se acercó y nos dio la bienvenida.
El equipo
Minutos después se sumó Francisco (Paco) Puga, el head winemaker de la bodega. En las manos (y paladar) de este sanjuanino que adoptó a Cafayate como su hogar está la responsabilidad máxima de los vinos que elabora la bodega.
Desde su llegada en octubre de 2016, Paco y Lucía conformaron un tándem excepcional. Lucía aporta su visión de negocios y una aguda percepción de las necesidades del mercado y Paco le imprime creatividad y sensibilidad a la elaboración de los vinos.
Mientras nos dirigíamos hacia la nave principal de la bodega, Paco nos contó que la misma tiene capacidad para elaborar unos 320.000 litros anuales entre torrontés, malbec, cabernet sauvignon, chardonnay, petit verdot, tannat, syrah, cabernet franc, bonarda y otras tintas.
El cuidado de estas fincas está a cargo de Daniel Guillén, un joven viticultor que se formó como Ingeniero Agrónomo en su Mendoza natal. Luego de hacer vendimias en Valle de Uco, Côtes-du-Rhône, Napa Valley y Washington Estate, Daniel recaló en Cafayate para sumarse al equipo de El Porvenir.
Los vinos
Copas en mano, Paco nos llevó a recorrer las instalaciones para probar lo que actualmente tiene en elaboración: la cosecha 2019.
De una misma cepa fuimos probando de tanque, barricas, huevos y fudres con distintos puntos de cosecha y extraídos de distintas parcelas de las fincas que fueron elaborados por separado. Esto le permite a Paco jugar con varios componentes a la hora de realizar los cortes definitivos.
Me impresionó muy bien el Malbec del cuartel 4 de la Finca Alto Río Seco, con su perfil texturado y sus notas ahumadas. También el Chardonnay de Alto Las Cuises, tímido y floral en nariz, y en boca con una exquisita acidez y esas notas de fruta blanca que tanto me gustan. Ambos tienen destino en la línea Laborum de Parcelas.
Otro que me encanta de esta bodega es el torrontés de la línea Laborum. Probamos componentes de varios tanques y debo decir que la 19 será una gran cosecha para este vino. Sólo resta esperar a que termine de estabilizarse en los tanques y que Paco haga los cortes.
Dentro de las novedades, Lucía nos contó que al Rosa Rosa (el rosado estilo Provence 85% malbec y 15% cabernet franc y merlot que lanzaron el año pasado) se le sumarán dos hermanitos: un naranjo de Torrontés y Moscatel de Finca El Retiro (que está en el huevo de la foto de arriba) y un Bonarda que no es de finca propia. Probamos ambos y, efectivamente, son frescos, frutados, con bajo alcohol y bien bebibles. Dos opciones más que buscan atraer a los jóvenes sin resignar ni un poquito de calidad.
De la nave central de la bodega nos fuimos a la sala de barricas y entre otras cosas despertamos a un par de señores elegantes y distinguidos. Un malbec y un cabernet Sauvignon que serán parte del corte del Icono, el tope de gama de El Porvenir.
La mañana se fue volando y tanto vino en la boca pedía un almuerzo que estuviera a la altura: «¿Vamos a comer unas empanadas a Los Cuises?», dijo Paco. Y no se nos ocurrió un mejor programa para cerrar el viaje. Pero esa, ya es otra historia.
por Ale Lahitte Creador del Blog Premiado Acercate al Vino
http://acercatealvino.com.ar/2019/05/24/hay-un-porvenir-en-cafayate/