LA ALEGRÍA DE LOS INOCENTES
Buenos días estimados lectores. Como normalmente hoy 28 de diciembre, se conmemora el día de los santos inocentes, con bromas de todo tipo y tenor, es necesario que comience este editorial avant la lettre, con una aclaración importante.
El domingo que viene, ya es el próximo año y me gustaría cerrar este, con el habitual editorial de los domingos, ya que el próximo 1 de enero, como todos ustedes, queridos lectores, no voy a estar en condiciones de escribir una palabra de corrido, después de tantos festejos.
La aclaración que es menester hacer, para no ofender la creencia de nadie, es que el contenido de esta nota es meramente metafórico, y no significa falta de respeto para ninguna de las grandes religiones de la humanidad. Por el contrario, es un homenaje a la fe de todos los creyentes.
Porque si hay un pueblo creyente sobre la faz de la tierra, ese pueblo, es el argentino. Les creemos a todos, apoyamos a todos, votamos a todos y rara vez en doscientos años, aquellos en quienes creemos, nos dan una miserable alegría.
Salvo en contadas oportunidades, como aquella vez en que nos convocaron para cruzar los Andes y colaborar con nuestros hermanos del otro lado de la cordillera para lograr la libertad de América, y llegamos hasta el Perú. Llevando en nuestras manos la bandera blanquiceleste, y las ganas de vencer.
Pero este año, finalmente encontramos una forma de consolidar todos aquellos buenos momentos y recuerdos, en una nueva religión de 47 millones de fieles (con más o menos dos millones según dice hasta ahora el INDEC, a casi un año del censo).
Y de eso trata nuestro editorial de hoy: ¿en qué hay que creer y qué se necesita para formar parte de esta nueva religión?
LAS CUESTIONES DOGMÁTICAS
VERSÍCULO PRIMERO:
Dios es argentino. El fútbol, el mate, el asado, la familia, y sobre todo las abuelas, y las madres, los abuelos y el viejo, son sagrados.
VERSÍCULO SEGUNDO:
Todo creyente debe peregrinar, al menos una vez en la vida a tres lugares sagrados, si sus recursos económicos, se lo permiten.
En el equinoccio de invierno al Estadio Monumental en Buenos Aires, Argentina, y al Estadio Azteca en Distrito Federal, México.
Y en el equinoccio de verano al Estadio Lusail en Doha, Qatar.
VERSÍCULO TERCERO:
Estos lugares se consideran sagrados porque allí se manifestaron ante el mundo, en 1978 Mario Alberto Kempes (a) El Matador.
En 1986 Diego Armando Maradona (a) La Mano de Dios.
Y finalmente en 2022 Lionel Andrés Messi (a) El Messias, enviados por Dios para bajar tres estrellas del cielo, y llenar de alegría al pueblo argentino.
VERSÍCULO CUATRO:
En cualquier parte del mundo, cualquier hombre de cualquier raza, credo o religión, que lleve puesta la camiseta celeste y blanca, y aliente a cualquier deportista que la represente, será considerado uno de nuestros hermanos, y tratado como tal.
VERSÍCULO QUINTO:
Aquellos que deseen hacerlo, pueden peregrinar a los otros lugares sagrados, como por ejemplo el Estadio Maracaná, en el que perdimos la final del Mundial 2014 y ganamos la Copa América, al Estadio Centenario, donde perdimos la primera final del Mundial en 1930, o al Estadio Olímpico de Roma donde perdimos la final de 1990. Porque ganemos o perdamos, siempre alentamos.
EL PRINCIPAL RITUAL
El principal y único ritual que tiene la religión, es el asado. Convengamos que hacer un asado, no es lo mismo que preparar cualquier otro plato de comida. ¿Por qué? Porque el asado es un ritual.
Comer es el resultado de ese ritual, una parte importante del proceso, pero no todo.
Para hacer un asado, en primer lugar, hay que elegir y comprar la carne. Hacer el fuego. Juntar maderitas, papel de diario y carbón o leña según gustos, bolsillos y apuros.
Con el fuego se abre la primera botella de vino, la cerveza, el Gancia con limón o el fernet con cola, según las costumbres de la casa, y aparece la picada.
Luego, los cortes que van saliendo de a uno: primero las achuras, luego las carnes más finas y por último los cortes con hueso.
Después, un poco de sobremesa y más vino. Por fin, el postre, helado o café. Es como un tasting menu de diez pasos, pero hecho en casa, con amigos y familiares.
SECRETOS ESOTÉRICOS
En el momento de escribir esta nota llevo vividos cuarenta años + veinte años + dos años. Y habré estado en no menos de 2500 asados, algunos de los cuales, los hice yo mismo. No esperen de mi ninguna receta, ni ninguna fórmula magistral, y eso que he visto de todo.
Los que lo miran cada dos segundos. Los que lo hacen a control remoto. Los que lo marean de tanto darlo vuelta. Los que lo dan vuelta una sola vez.
Los que salan con sal gruesa, con sal fina, con entrefina, con sal del Himalaya. Las que hacen el fuego en 2 minutos. Las que disfrutan una hora viendo como la leña se va encendiendo.
Los ansiosos, los soberbios, los humildes, los sabios las magas y las hechiceras.
El éxito de un asado jamás depende de la técnica, depende del ritual. Comer, es una excusa para celebrar el encuentro de la familia. El culto de la amistad. La comunión del compartir la mesa y los alimentos. Es la parte más importante de nuestra religión.
Algo que Marcos López, con su Asadito en Mendiolaza, que se ha paseado por todos los museos del mundo, ha plasmado como nadie.
Así que, queridos lectores, gracias en nombre de todos los que hacemos Chefs 4 Estaciones, por permitirnos llegar cada día a sus dispositivos digitales, en todo el mundo.
Tal como hace años lo hacían los rosarinos, cuando nos llevaban a sus casas, en el suplemento de papel que acompañaba al diario La Capital, con la oración que cantamos hoy los argentinos.
.
¡Feliz Año Nuevo! (*)
(*) Este editorial está dedicado a los pibes de Malvinas que jamás olvidaré.
Emilio R. Moya
Fuentes: citadas y enlazadas en la nota