Vinos con Soda: Y en el séptimo día, la banda creó el Mugrón

Vinos con Soda: Y en el séptimo día, la banda creó el Mugrón

Solo Dios sabe qué es el séptimo día,
El abismo y la luna,
En el séptimo día no descansaré...

Los grandes vinos son como los grandes discos. Te vuelan peluca, te conmueven y después ya nada es igual. Marcan un antes y un después en la línea de tiempo. Un hito fundamental y fundacional. Un punto de quiebre. Y son una historia que merece ser contada siempre.

Hoy, más que nunca, yo creo que las cosas, sin importar qué tan extrañas o anormales nos parezcan, pasan por una razón.

«EL» Mugrón

Así pues, mi historia arranca con Canción Animal y Mugrón Blend de Enólogos, el de la etiqueta negra con trazos dorados, el mugrón que tiene crianza en barrica, el mugrón de arriba, mugrón negro o simplemente, el Black (si te gusta). “EL” mugrón para mí.

Un tinto de base Malbec con uvas cultivadas en el departamento de Molinos, en Salta, apenas intervenido con mínimos porcentajes de otra cepa. Gran vino a full, de cuerpo pleno e intensidad vallista pero fiel a la nueva búsqueda del #NOA. Lleno de fruta negra malbequera como sello distintivo, con sutiles ribetes de pimienta y especias, y una profundidad de color digna de las alturas calchaquíes es, a la vez, un vino que exhibe sugerente redondez, elegancia y frescura en el paladar. Cuero, piel y metal, carmín y charol. Todo ensamblado, todo en su justa medida. Mi alimento para una noche larga…

El ojo de la aguja,
La punta de mi lengua,
No es igual,
No es igual…

Sin embargo, tal vez una de las cualidades más destacadas de este tinto es haber nacido de la amistad, como muchos buenos proyectos, en este caso de un grupo de enólogos. Por allí los escuché contar una vez que la idea tomó fuerza en una de las habituales juntadas (asado) de este grupo. Y no puedo dejar de pensar en el séptimo día.

Más se pide y se vive

Editado el 7 de agosto de 1990, Canción Animal es uno de los mejores discos de Soda sin discusión. Una obra maestra de la sonoridad para elevarlos al olimpo indiscutido en la historia de la música. Es el nuevo testamento del rock argentino y en español. Y el disco que erige a Gustavo Cerati, definitivamente, como el dios de la creación. #CeratiEterno

Todo lo que sabíamos de Soda hasta ese momento quedó como referencia para destrabar un nuevo nivel, escribir un nuevo capítulo, e inaugurar una nueva década marcando el rumbo de la música por estos pagos una vez más. Espíritu de su tiempo, referencia de toda una generación completa, fundó el sonido de los 90’s, blendeando texturas de Pescado Rabioso con Led Zeppelin, Pixies y música ligera. Soda en formato mucho más pagüerrockero y más primal, con un perfil que combina la old school music con pretensiones de vanguardia sonora. Violas furiosas, arreglos minuciosos, y la lírica y la épica como estandartes. Un disco tan intenso como introspectivo y tan catártico como sexual. Una marca difícil de superar para nuestra música. Superdisco.

Estoy abriendo el disco. Estoy abriendo el juego. Estoy abriendo la historia de la banda de sonido de mi vida. El sonido que me cambió el sonido para siempre. Canción Animal cumple 30 años hoy y el tiempo parece no haber pasado. Pero como nos enseñó Dark, “la distinción entre pasado, presente y futuro no es más que una ilusión. El ayer, el hoy y el mañana no son consecutivos. Están conectados en un círculo sin principio ni final. Todo está conectado». #CanciónAnimal30Años.



Tomate el tiempo en desmenuzarme

Mugrón se le llama al brazo de la planta de la vid que se entierra para dar a luz a una nueva planta. Para crear vida sin cortar el ciclo, ahí entre la luna y el abismo. Desde el vamos, Mugrón tiene nombre de corte de difusión. Gran hit.

El proyecto arranca allá por el 2013 con la primera añada del Mugrón, pero aquel de la etiqueta blanca, que vendría ser algo así como el hermanito menor de este etiqueta negra. De la mano de Paco Puga, Mariano Quiroga Adamo, Claudio Maza y Rafa Domingo (en la formación original, la banda se completaba con Alejandro Nesman, que sería como el 4° Soda o, más bien, el 5° Mugrón).

Con ese hit en la calle, al año siguiente (2014) lanzan el segundo corte de difusión, el primer “black” el cual, a diferencia del blanco, tiene un concepto más bien “de parcela” y crianza en barrica de madera. Usando uvas de calidad excepcional, fue variando mínimamente su composición desde la primera añada, pero manteniendo siempre las cualidades de gran vino. Las añadas 2014 y 2015 fueron 95% Malbec + 5% Tannat. Ya en 2016 introducen una variación en el corte (en este caso fue 93% Malbec + 7% Cabernet Franc). Luego la 2017 pasó a ser 92% Malbec + 8% Cabernet Franc.

No recuerdo ahora la composición exacta de la añada 2018 que está por llegar en breve, pero sí recuerdo haber escuchado que vendría con un porcentaje aún mayor de Malbec.

Pasa el tiempo y el Mugrón se vuelve uno de esos vinos que queremos guardar y atesorar, como la amistad. Poco a poco, se ha vuelto como los discos de culto, como una edición especial en vinilo, pero no para coleccionarlos de manera egoísta ni guardarlos definitivamente en algún lugar secreto, sino para poder ir completando la vertical de todas sus añadas y algún día (un día) probarlas todas juntas como si fuese un show histórico con la alineación completa y el repertorio a pleno.

#tbt aún tengo bien fresco el recuerdo de hace unos meses atrás, cuando el genio de mi amigo Luciano Margalló, con su habitual generosidad, convidó especialmente una mini vertical de Mugrón black para celebrar su cumpleaños. “Están preparados para una noche larga?”, soltó Luchito. Seee…! Y la nave volvió a partir.

Anclado en 1990

Inmediatamente después del lanzamiento del disco, Soda emprendió una de las más grandes giras de la música argentina al menos hasta ese entonces, la “Gira Animal”, que duró cerca de 2 años y cuyo epicentro tendría lugar en la mismísima Ciudad de la Furia, antes de terminar el año 1990. Claro, previo a eso recorrieron el país completo. Y posteriormente, vendrían Latinoamérica al palo, España, Estados Unidos, los 14 Gran Rex consecutivos para terminar coronando la gloria en diciembre de 1991 frente a las 250 lucas de personas en plena Av. 9 de Julio (imposible escribir sin que se me agite el bobo y se me dibuje la sonrisa de Carlitos, igual que aquella noche…).

Pero un año antes de eso, en Vélez, en medio de todo el derrotero y la sodamanía, tuvo lugar el hito para mí. Yo ya me consideraba sodero desde unos años antes, pero esa fue mi confirmación definitiva. El llamado divino. Y salté, sin dudarlo, como hombre al agua. #SiempreSeremos

Así terminó Dios,
la creación del cielo y de la tierra,
y de todo cuanto existe,
y el séptimo día descansó.


22 de diciembre de 1990 fue sábado.

El séptimo día para la liturgia cristiana según el antiguo testamento (Génesis 2:2). O el shabat para el judaísmo. Pero, en definitiva, ambos credos remiten a ese día de descanso después de las labores. Paradójicamente, no descansé ese día. No fue un día común, ni fueron emociones simples. Nunca más lo será. Porque ya desde el mediodía anduvimos con los pibes merodeando en las cercanías del estadio, haciendo una fila interminable por Avenida Juan B. Justo para entrar, sentados en el cordón de la vereda, esquivando los caballos de la policía montada que “gentilmente” ordenaba a la monada enardecida. Y claro, era nuestro momento, nuestra banda llegaba a un estadio grande por primera vez como número principal. El primer recital de estadio de mi vida. Un antes y un después para Soda y para mí.

Recuerdo como si fuera hoy que cuando logramos pasar el control de acceso de la Puerta 6, yo corrí tan frenética y ciegamente buscando el campo que tengo un blanco absoluto en la mente. Un eclipse parcial. Recién reaccioné al estrellarme contra el tablado frente al escenario. Y ahí me quedé. Porque entendí que ese era mi lugar. Ahí, sintiendo la presión de 50 mil personas sobre el cuerpo. Ahí donde los watts de potencia te sacuden el bocho. Ahí, donde te falta el aire, pero la sangre te desborda. Ahí donde se sublima la emoción. Siempre, pero siempre ahí, con tu banda ahí adelante, y vos revoleando la remera, gritando como loco y queriendo subirte al escenario. Retroceder nunca, rendirse jamás.

En el comienzo fue un big-bang y fue caliente. Dicen que la música que escuchás en la adolescencia te marca para toda la vida. Doy fe. Porque tener 16 años y vivir algo así es determinante. Sin lugar a dudas. Seguramente mi querido amigo Andrés Sarco también podría dar fe de todo esto porque estuvo ahí.

Pasaron 30 años y, mientras tipeo estas líneas recuerdo, como si esto hubiera ocurrido el último fin de semana, hasta la remera de Soda que llevaba puesta ese día.

Ni hablar de que aún conservo el ticket de entrada, los pósters, etcétera, etcétera. Revolver, revolver…



¿Solo Dios sabe que es el séptimo día?

Séptimo día es el track #1 del disco.

(En) El séptimo día tal como reza la ficha técnica. Hablamos del tema que abre el juego eléctrico ecualizando los niveles de sonoridad y emoción muy arriba. Yo diría la marca registrada del disco entero.

También es el tema con el que Soda arrancó sus shows durante mucho tiempo. Y no fue al azar. La potencia sonora, la marcha rabiosa del redoblante y los timbales de Charly, esa violas excitadas de Gustavo (las líneas y los soleos de este tema son impresionantes) y toda la impronta hit por detrás de la canción la convierten en un icono. Guitarra, bajo y batería en triángulo perfecto. El sonido en vivo la eleva aún más.

Luego, muchos años después, también fue el tema que inspiró el nombre para el show Séptimo Día – No Descansaré, con el que Cirque Du Soleil homenajeó a Soda Stereo allá por el 2017, marcando otro hito histórico a nivel mundial para la banda, con decenas de shows en distintas ciudades del planeta. Con opiniones encontradas, sí, pero a pura emoción porque la sodamanía no tiene fin.

 

 

Y si de génesis y de principios hablamos, este Mugrón también fue el primer vino que bebí este año, junto a mi familia, en los primeros minutos del día 1° de enero. Otro inicio. Tal vez un nuevo inicio. Tal vez porque el tiempo siempre te acompaña vayas a donde vayas. No sé. Ya sale el sol, y yo aún sigo soñando.

Mientras tanto, allá por los pagos de Cafayate, la banda de los mugrones nos tiene preparados nuevos hits que pronto llegarán para desatar la #Mugronmania una vez más. Y no descansarán, y no descansaremos. Del fuego viene el diluvio, y la nave vuelve a partir.

Es el vino acaso el reino de los cielos. La llave del averno. Es este vino. Y todo lo que genera. No es igual. No importa cuánto luchemos, la sangre nos une.

Solo Dios sabe qué es el séptimo día,
El abismo y la luna,
En el séptimo día no descansaré...

Hay bandas que dejan una huella imborrable en nuestras vidas. Como Soda. Como los Mugrones. Sin superhéroes, sin dioses para alabar, sin superhombres, sólo amigos haciendo lo que más les gusta. Gracias totales, muchachos. Yo voy a saltar una vez más, es causa y es efecto. Pero ya no me aturde saber. Porque una eternidad esperé este instante, y nada más queda.

Fin de la historia. Se cierra el círculo. Todo es principio y final. Soda y vino para las masas. Porque la vida sin música y sin vino, sería un error. Salud!

(Y para mayor placer animal, leé esta nota escuchando #CancionAnimal a todo volumen).

Por

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

NODO norte

Un suplemento del Diario La Capital

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