NILDA YOLANDA GÓMEZ, LA SEÑORA DE SIEMIENCZUK

NILDA YOLANDA GÓMEZ, LA SEÑORA DE SIEMIENCZUK

 

 

 

Buenos días estimados lectores. Hoy es un día especial para todos los que hacemos Chefs 4 Estaciones, ya que de una forma u otra, todos alguna vez la conocimos, tanto a ella, como a Oscar, el señor Siemienczuk, compañero inseparable en su profesión y en su vida.

Por eso esta edición especial, donde nuestros lectores se sorprenderán al no encontrar casi fotografías, como descanso visual para el texto, donde todos los testimonios en video están agrupados en una sección, porque al ser al mismo tiempo el editorial de los domingos y un homenaje a Nilda, no está sujeto a ninguna regla.

Nilda no sólo fue el mejor cocinero que haya nacido en esta ciudad en toda su historia, sino además, el que más se adelantó a su tiempo histórico.

Mirada en perspectiva, la filosofía de cocina de la Señora de Siemienczuk estaba al menos, cincuenta o sesenta años a la vanguardia, de la de cualquiera de los cocineros de su época.

La utilización de vegetales y frutas, siempre de estación, de cereales y legumbres, de pescados, aves de corral y de conejo, por encima del mero consumo de materias grasas y carne vacuna, la hacen la indudable pionera de lo que hoy llamamos una cocina saludable.

Nilda elaboraba recetas que basaba en los tres saberes básicos de un buen cocinero. Y basada en esos saberes, lograba los mejores sabores.

En primer lugar, la humildad para aprender las tradiciones legadas por sus ancestros. De observar casi con veneración a su “Nona” cocinar. Verla hacer una y otra vez su arroz a la milanese, y aún después de haber logrado, fama y reconocimiento, poder decir sin complejos “a mí me sale muy rico, pero nunca me va a salir como le salía a mi Nona”.

En segundo lugar, la intuición para saber lo que es bueno y lo que es malo, lo que alimenta y lo que no, lo que enferma y lo que sana.

Aquello que los orientales definen como el Yin y el Yang que posee cada alimento en sí mismo y cuando se combinan entre sí.

Y por último, el creer en el acto de cocinar como un acto de amor, en el que los alimentos se transforman por la acción del que los cocina, en un manantial de armonía y de reunión en torno a una mesa.

Hizo de estos tres principios, los pilares de una obra monumental que ha logrado trascender el tiempo en forma de libro, Cocinando con la Señora de Siemienczuk.

 

CON UN BESO EN LA FRENTE

 

NILDA EN CANAL 5 EN EL PROGRAMA «TERTULIA HOGAREÑA» JUNTO A SU CONDUCTORA AURELIA FABIÁN / FOTOGRAFÍAS Y ESTAMPAS DEL ROSARIO ANTIGUO.

 

No es lo mismo contar una historia, que copiar una historia. Para poder contar una historia es necesario respetar los hechos, el personaje, el contexto y sobre todo, aquellas fuentes que nos han precedido.

Para copiar una historia solo se necesita robar el trabajo de un colega, hacer copy paste, y evitar citarlo. Cosa que, lamentablemente, ocurre cada vez con más frecuencia.

Y a fuerza de ser honesto, a mí en lo personal, ha dejado de importarme encontrarme con algunas de estas notas enteras o con parte de ellas, en otros medios digitales, sin firma, con otra firma y sin citar la fuente.

Pero no permito como Editor, ni permitimos como medio, que se publique ninguna nota que no se rija por nuestro manual de estilo. Donde el origen de la información es tan importante como la información misma. Y la columna vertebral de este homenaje, es el resultado del trabajo de un colega.

Al que ustedes, estimados lectores, tendrán acceso en su totalidad, al final de la nota porque constituye a nuestro juicio, el mejor reportaje que se le haya realizado a nuestra Querida Nilda.

Y no hay mejor manera de recordarla que en la selección de fragmentos de su vida, que ustedes irán viendo en esta nota.

 

 

Un beso en la frente es el sello, la firma o la huella, de un viejo lobo de mar del periodismo de nuestra provincia, el inagotable Raúl “Bigote” Acosta. A quién leo, escucho, veo o sigo en las redes sociales y de quién archivo sus notas, desde hace más de treinta años.

Cuando desde el Diario Hoy de Santa Fe, se animaba a denunciar las coimas que se pagaban en el Concejo Municipal de Rosario, para aumentar el boleto de transporte, con cifras que disfrazaba de chocolatines y que nadie nunca se animó a desmentir.

Tiene la habilidad para entrevistar como nadie en el medio. Llevaba en el momento de la entrevista más de cuarenta años de amistad con Nilda.

Y Nilda lo había elegido al haber cumplido sus primeros ochenta años, para contar su historia, antes de ser la Señora de Siemienczuk, en su Programa Historias de Gente Común.

 

NILDA YOLANDA GÓMEZ

 

LA GUERRA Y LA PAZ

 

 

Once upon a time, es la forma en que comenzaría en Hollywood, una película sobre la vida de Nilda, Había una vez en español. Así empiezan todas las películas, cuentos o leyendas mágicas. Y la propia existencia de la Cocinera de Rosario, es un milagro producto de dos guerras infames, ocurridas a miles de kilómetros de distancia y separadas por un inmenso océano.

Una la Guerra Colonialista de Abisinia, cuando Italia invadió Etiopía en 1895. La otra, la Conquista del Desierto, durante alguna de sus escaramuzas entre Tres Arroyos y Necochea alrededor del año 1872.

 

 

Es que Nilda Yolanda Gómez, era nieta y bisnieta de dos caciques de Necochea, no se sabe si pampas o querandíes. Uno, el bisabuelo, que se quedó con su tribu, llamado Iván Gómez. Otro, su abuelo, que escapó del horror caminando desde Necochea hasta la ciudad de Buenos Aires, Amaro Gómez, destinado a sucederlo sin que nunca sucediera.

Cuando llegó estaba tan flaco y tan famélico, que al oír el ruido de unos caballos, y arrimarse hasta donde estaban, en el medio del Hipódromo de Palermo, los peones rurales lo recibieron y lo invitaron a sumarse al rancho, donde nunca faltaba ni pan ni asado.

 

 

Le preguntaron si sabía montar, él les dijo que sí “pero en pelo”, nunca con montura y allí selló su destino. Con el tiempo se hizo jockey, empezó a ganar carreras y fama, y terminó en Álvarez.

Al otro lado del Océano Atlántico, a treinta kilómetros de Milano, vivía una hermosa joven campesina con sus padres, en una finca rural. Se llamaba Rosa Caracelli.

Una vez al mes, en una berlinesa viajaban a Milano para asistir a la misa en el Duomo. A los dieciséis años se casó con un joven que acababa de ser llamado a combatir en la inminente Guerra de Abisinia, y ambas familias decidieron que se casaran y escaparan hacia América.

Así llegó Rosa, la futura Nona de Nilda, a la Argentina. Nunca sabremos que fue de aquel italiano que escapó de la muerte en Etiopía, para venir a morir a nuestra tierra. Pero lo cierto es que Rosa cuando Amaro llegó a Álvarez, ya no estaba casada.

Porque se casó con Amaro. Y fueron padre y madre de Ramón Julián Gómez, quien se casó con María Luisa Raimondi. Y afincados en Rosario, el 11 de julio de 1931 nació Nilda Yolanda Gómez.

Y a pesar del tiempo transcurrido, cuando cumplió los ochenta, y la entrevistó el Bigote, se notaba que su interés principal era dejar bien en claro, el orgullo que sentía por la sangre que llevaba en sus venas.

 

 

 

 

 

Y recordaba una carta escrita por un monje, por pedido de su bisabuelo, el Cacique Iván Gómez  y dirigida a su abuelo en la que le decía: “negro, me han robado los caballos y las mejores mujeres. Nos están acabando”.

 

LA PROFETISA

 

IMAGEN FICCIONADA

 

Junto a un hermano, vivió su infancia y primera juventud en la casa de Balcarce 2977, entre Virasoro y Rueda, en compañía de sus padres y sus abuelos. La Nona milanesa y el abuelo aborigen.

Desde allí caminando cruzaba junto a cuatro o cinco compañeritas de la mano, el Parque Independencia, todavía oscuro y neblinoso, para llegar a la Escuela Florencio Varela, en la calle Montevideo.

En toda historia, el predestinado tiene su profetisa o su profeta. Y Nilda también la tuvo. Se llamaba Josefina Ferrer pero, ella y sus compañeros, la llamaban “señorita Pepita”.

Antes de los nueve años ya le había vaticinado: “Vos sos una nena muy especial, vas a escribir libros, vas a ser famosa”. Pasaron muchos años, pero un día, vio cómo aquellas palabras se habían hecho realidad.

Nilda hacía una presentación en el Teatro el Círculo de Rosario, y advirtió que la Señorita Pepita se encontraba sentada entre el público, por lo que mandó a buscarla para que suba al escenario. Cuando llegó, la maestra le susurró al oído: “mocosa, me hacés llorar”.

EL DESTINO DE UNA ELEGIDA

 

 

¿Cómo llegó a ser la mejor de todos los tiempos? Porque era su destino. No existe otra explicación. Desde el milagro de su nacimiento, producto del casamiento entre un aborigen y una inmigrante llegada del orgulloso norte italiano, de la mismísima capital de la Lombardía, a finales del siglo XIX.

Hizo su primera torta a los 9 años para su hermano, un año menor, utilizando una cocina económica a carbón, sobre su hornalla, con una sartén de hierro con tapa, cubriendo la tapa con abundantes brasas.

Algo absolutamente impensable para una niña de 9 años en 1940. Cuando, a los sumo, los más arriesgado que se les permitía hacer a las niñas de 9 años era jugar a tomar el té, con pequeños juegos de porcelana china fabricados a tal efecto. Cosa que también disfrutaba con sus amiguitas.

Pero no le apasionaba cocinar. Prefería disfrutar de la comida y de ver como cocinaba su Nona y como disfrutaban de la comida, su abuelo y su padre.

No tenía la menor intención de ser cocinera. Ella quería ser Obstetra. Traer niños al mundo. Ayudar a las madres a dar a luz.

Pero se topó con la intransigencia de su padre, que temeroso de que tuviese que viajar en tranvía de noche, para ir a clases, clausuró el debate, sin que siquiera empezara.

 

 

Y así Nilda fue a completar sus estudios al Liceo de Señoritas Rivadavia. Dónde alrededor de sus once o doce años, Evita, antes de morir, había puesto en marcha un proyecto llamado Universidad Popular de la Mujer, donde se dictaban capacitaciones para el hogar como corte y confección, cocina y manualidades.

Y podían asistir madres e hijas en compañía, fuera de los horarios de clases. Junto a su madre comenzó “corte y confección”, curso que abandonó tan pronto como se dio cuenta que ni en esa época, ni nunca, las agujas y el bordado iban a formar parte de sus preferencias.

Decidió probar con “cocina”, pero duró lo que dura un perro en misa. En cuanto se dio cuenta, que estaba más para enseñar que para aprender. Las técnicas eran antiguas. Las recetas grasosas y poco económicas. Y las docentes tenían menos conocimientos que lo que ella, una adolescente, ya había aprendido de su madre, de su abuela y de su entorno familiar.

 

LAS VUELTAS DE LA VIDA

 

 

Nilda siguió con su vida. De la mano de su padre aprendió a bailar el tango y la milonga. Disfrutaba bailar junto a el en los bailes del Club Provincial.

Hasta que se cruzó con Oscar, un joven austríaco, que no puede faltar en ninguna historia que se precie de ser llevada al cine. Y que vendría a protagonizar a su Príncipe Azul, pero real y de carne y hueso. Con sus virtudes y sus defectos. Pero que la amó cada segundo y fue amado, por Nilda, toda la vida.

A los 23 años Nilda se casó con Oscar Siemienczuk, sin saber que la contracción de apellidos utilizada en la época sería en el futuro una firma indeleble para la televisión y el mercado editorial.

Nilda decidió ser “la Señora de Siemienczuk” como forma de retribuirle ese amor incondicional, ese estar a su lado, ese acompañarla en su vuelo, ese estar en cada detalle, para que Nilda brillara con toda su luz.

Una vez Oscar (Tarrío) le dijo en tono de broma, no hace tantos años: “Nilda, al final Oscar es tu Juanita” haciendo referencia a la asistente que siempre tuvo Doña Petrona Carrizo de Gandulfo.

Nilda lo miró con esa sonrisa que iluminaba el mundo y socarronamente le respondió: “¡No es para tanto Oscar! Y sonrío con esa sonrisa que nos hacía sentir que podía ser la madre o la abuela de cualquiera de nosotros.

Tuvieron tres hijos: Ingrid, Guillermo y Astrid. Un montón de nietos y bisnietos. Pero siempre en este medio reservamos la familia para el ámbito de la intimidad. Aunque todos también están dejando su huella en la ciudad.

Y ya con la familia en construcción, se produjo el hecho desencadenante y Nilda se dirigió a cumplir con su destino. Una de las tantas crisis por las que pasó la economía de nuestra ciudad los llevó a emigrar a Mar del Plata, donde los recibió un primo.

En aquella Ciudad Feliz, Nilda haría en 1964 su debut en televisión en un programa del Canal 8 de Mar del Plata.

De regreso a Rosario, sus primeros micros de cocina arrancaron el 15 de septiembre de 1966 en “Tertulia hogareña”, el primer programa de la TV local para la mujer conducido por Beba Gallardo con el nombre artístico de Aurelia Fabián.

 

 

Los micros “Cocinando con la Señora de Siemienczuk”, auspiciados por diferentes marcas y productos, se emitieron por 41 años hasta 2007.

 

 

Su primer libro “Cocinando con la Señora de Siemienczuk”,  salió a la calle en 1972,  auspiciado por COTAR,  la Cooperativa de Tamberos de Rosario Limitada y en tres días agotó la primera edición de tres mil ejemplares.

Ese año, en la Exposición Rural del Parque Independencia, se vendieron diez mil libros en tres días. Y la familia se compró la casa. El resto, forma parte de nuestra historia, de la historia de nuestra ciudad y de nuestras historias personales.

 

COCINANDO CON LA SEÑORA DE SIEMIENCZUK

Si una imagen vale más que mil palabras, que decir de la posibilidad de verla una y otra vez eternamente viva, vital y cocinando, narrando su historia o siendo recordada por quienes estuvieron más cerca.

Es por eso que esta sección está dedicada para que la recuerden aquellos que la conocieron, para que la conozcan, los que no tuvieron edad para conocerla y para que siempre la tengan a mano aquellos que quieran responder la pregunta ¿Qué significa cocinar?

 

EL ADIÓS A NILDA DE SIEMIENCZUK – TELEFE ROSARIO

 

 

ENTRE-VISTAS 27 DE OCTUBRE DE 2011 CANAL 3 DE ROSARIO CONDUCIDO POR ANGELES ORTIZ Y FLORENCIA CELMAN

¿Qué tienen en común un famoso y una persona desconocida? Nilda de Siemienckuz y Natalia Laugero

 

BLOQUE 1

 

 

BLOQUE 2

 

 

BLOQUE 3

 

 

NILDA DE SIEMIENCZUK EN HISTORIAS DE GENTE COMÚN

Una obra maestra de Raúl Acosta y Nilda de Siemienczuk

 

 

NUESTRO CIERRE

 

 

El tiempo y la historia se ocuparán de poner en el lugar que se merece a Nilda. Seguramente los movimientos feministas comenzarán a hacer una relectura de su trabajo y su obra, en favor de la independencia de las mujeres al enseñarles a cocinar con pocos recursos y en poco tiempo, sin descuidar la sana alimentación y el cuidado de sus hijos.

También los nutricionistas tienen mucho que aprender de Nilda. Y los médicos. Y los cocineros, que generalmente han despreciado sus libros como un género menor dentro de la literatura gastronómica. Y serán estudiados. Y se harán tesis acerca de su trabajo.

A Nilda todo eso le hubiera importado un pepino. Ella solo quería ayudar a las mujeres, para que a través de su saber hacer, hicieran de este mundo un lugar mejor, hijos que crecieran sanos y saludables, familias que se reunieran siempre en torno a una mesa.

Abuelas que trasmitieran sus recetas a sus nietos. Y vaya si lo logró. Se nos fue una Cocinera. Una Grande de Rosario. Nos legó una Historia. Está en nosotros no dejar de contarla nunca.

 

 

Emilio R. Moya

 

Fuentes: citadas y enlazadas en la nota
Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

NODO norte

Un suplemento del Diario La Capital

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