El Boom de la cocina asiática
La cocina asiática tiene por principio prevenir las enfermedades, alimentando para nutrir, nutriendo para ser saludables y brindando un equilibrio que permita el desarrollo de las potencialidades humanas. Nació de la escasez y del aprovechamiento de los recursos disponibles.
A principios de los ochenta cuando retorne a la Argentina luego de vivir y tener un restaurante en Palma de Mallorca por tres años, me había aficionado a la comida asiática, a sus sabores y texturas y me resultaba imposible conseguir algún producto para preparar el más insignificante plato que se le pareciera. Salvo que viajara a Buenos Aires a un supermercado de la calle Arribeños, hoy Chinatown, no había ni dónde comprar ni dónde comer, a excepción de un restaurante chino que funcionaba en el sótano del Hotel Dorá en donde Borges todas las tardes tomaba el té junto a Kodama. Y abría solo por las noches.
Hoy cualquier snack bar del microcentro ofrece entre sus platos del día un wok de pollo o de vegetales como antes ofrecía una milanesa con puré. Hay más supermercados chinos que almacenes, y en las cocinas de la clase media los woks han reemplazado a las planchas bíferas de hierro acanalado. Y si bien seguimos siendo unos carnívoros empedernidos y taponando nuestras arterias con colesterol a mansalva, gracias al cielo de a poco vamos aprendiendo a incorporar los vegetales y las técnicas de cocción de esas cocinas milenarias a nuestras dietas diarias.
Lástima que esto no ocurra en las escuelas, donde siguen atiborrando a los niños más humildes de comida basura basadas en harinas y grasas, en los comedores solidarios, ante una ausencia de políticas alimentarias y en los supermercados que privilegian la maximización de sus ganancias ofertando los productos más dañinos y encareciendo las frutas, las verduras, el pescado y las carnes magras.
La cocina asiática tiene por principio prevenir las enfermedades, alimentando para nutrir, nutriendo para ser saludables y brindando un equilibrio que permita el desarrollo de las potencialidades humanas. Nació de la escasez y del aprovechamiento de los recursos disponibles.
Lástima que en Rosario una ración de sushi, un buen rehogado de camarones con vegetales o un salmón teriyaki solo estén al alcance de unos pocos privilegiados que pueden pagarlo en un restaurante de moda. Al menos hasta que nuestras amas y amos de casa aprendan las técnicas y principios de la cocina asiática para brindarles un verdadero festín a sus familias.
Emilio R. Moya