¿QUIÉN QUIERE QUE SE VAYA?

EL CHEF DE LA CASA BLANCA

 

Se llama Andre Rush, tiene 45 años de edad y fue sargento mayor en la armada estadounidense durante 23. Pasado ese tiempo decidió dar un giro a su vida y estrenarse como chef. Lleva trabajando para la Casa Blanca desde 1996. Andre ha servido a los presidentes Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama y ahora a Donald Trump. Pero con el actual presidente, más que cocinar, se tiene que conformar con recibir los deliverys de fast food que come el actual ocupante de la Casa Blanca.

 

Andre se ha vuelto famoso después de que una reportera de la CNN publicase una foto de él tomada en los jardines de la Casa Blanca mientras atendía la parrilla. Sus enorme bíceps no pasaron desapercibidos. ”Sus brazos miden alrededor de 60 centímetros de circunferencia”, explicaba la reportera, Kate Bennett.

 

Donald Trump tiene 74 años, mide 1,90 metros y pesa 107 kg. Tal y como aseguran informes médicos disponibles, tiene un índice de masa corporal de 29,5 (una cifra que indica sobrepeso), un nivel de colesterol de 169 y una presión arterial de 116/70.

Por esta razón, el presidente de Estados Unidos toma un fármaco conocido como estatina, que reduce el colesterol y se receta para disminuir el riesgo de ataque cardíaco y cerebrovascular, así como una dosis baja de aspirina. Aún así, su médico asegura que los resultados de sus exámenes están dentro del “rango normal”. Pero, ¿a qué se deben estos datos? Con toda probabilidad, uno de los grandes responsables de este hecho es la dieta de Donald Trump. Y es que su salud podría verse comprometida por la controvertida ingesta de alimentos que realiza cada día. ¿La razón? Casi todos son comida basura.

 

La comida es cuestión de estado

Dicen que George Washington y su mujer, Martha, cenaron en la intimidad apenas un par de veces en sus años de mandato. Se ocupaban de organizar ágapes y fiestas en los que no faltaba la caza, el pastel de carne y el trifle, un típico postre inglés. John Adams y su esposa introdujeron las recetas de Nueva Inglaterra. Los Jefferson mostraron predilección por la cuisine francesa, mientras Lincoln prefería el fricasé de pollo servido en vajilla china.

Poco a poco, las primeras damas empezaron a acaparar más protagonismo y popularidad. Famosa fue la Pecan pie —tarta de nueces— que Eleanor Roosevelt servía a sus invitados. La mujer de Dwight Eisenhower, la impecable Mamie, fue conocida por ser una anfitriona ejemplar en un mandato en el que se multiplicaron las recepciones oficiales. Su sucesora, Jacqueline Kennedy, se dejó de tanto té con pastas y emprendió, junto a su marido, una revolución afrancesada que llenó de glamour la corte de Camelot.

 

Los menús se describían en francés, se servía poulet à l’estragon y soufflé froid au chocolat y se organizaban cenas de etiqueta con personalidades destacadas. La nueva administración demostraba, así, preocuparse por la cultura y la ciencia.

 

Los aires austeros de Eisenhower daban paso a la elegancia, el carisma y la gastronomía sofisticada. Jackie contrató al primer chef ejecutivo interino porque, antes, la comida la preparaban miembros de la Marina. Luego llegó Nixon y su afición por el kétchup; los Ford y los Reagan por las barbacoas informales; los platos texanos con Bush padre; y Bush hijo comiendo alitas de pollo a dos carrillos, hoy diríamos a dos manos. Las preferencias por lo vegano de Bill Clinton y el gusto de Barack Obama por las hamburguesas de Five Guys y las pizzas de Chicago.

 

 

Laura Bush, por su parte, quiso que los productos orgánicos entraran en la cocina de la Casa Blanca coincidiendo con la moda de los supermercados Whole Foods.  Estos alimentos empezaban a ser tendencia y Michelle Obama heredó ese giro saludable encabezando iniciativas sobre la nutrición y la buena alimentación. Incluso se enfrentó a poderosos lobbies.

 

Pero desde que llegó Trump a la Casa Blanca todo cambió. Y los fuegos de la cocina se apagaron lentamente para dar paso al ingreso de la comida basura que adora el Presidente.

Así lo aseguran los asesores del presidente Corey Lewandowski y David Bossie en su nuevo libro: Let Trump Be Trump: The Inside Story of His Rise to the Presidency.

 

Según los autores, una cena típica de Trump durante su campaña electoral estaría compuesta por dos Big Mac, dos sandwiches de pescado y un batido de chocolate. La suma de este pedido (aparentemente habitual) equivale a 2.672 calorías.

Pero eso no es todo. Al parecer, si cuenta con poco tiempo, el presidente de EEUU desayuna en McDonald’s un sandwich de huevo y bacon con extra de queso, salsa y pan.

Sin embargo, si tiene algo más de margen, toma bacon poco hecho y huevos muy pasados mientras revisa Twitter. Eso sí, prefiere saltarse esta primera comida del día y pasar directamente al almuerzo.

En cuanto a la comida, también opta por el fast-food. De hecho, sus restaurantes favoritos para degustar uno de sus menús son McDonald’s (un viejo conocido) y KFC. En el caso de que le apetezca pizza, el presidente nunca come los bordes de la misma.

 

Asimismo, y como mera curiosidad, a Trump le encantan las galletas, concretamente las Oreo, pero nunca tomará una de un paquete que ya esté abierto debido a que se considera una persona “muy limpia”.

Por si fuera poco, bebe unas 12 latas de Coca-Cola Light a lo largo de la jornada, lo que no sólo le proporciona energía, si no unas cuantas calorías más.

En definitiva, puede que el presidente de EEUU sea uno de los hombres más poderosos del mundo, pero la dieta de Donald Trump no es un ejemplo a seguir.  Para comer como Trump, omite las verduras y come según esta lista.

McDonald’s

Trump es un germofóbico, por lo que prefiere comer en restaurantes de comida rápida, porque cree que priorizan la limpieza constante. Uno de sus lugares favoritos es McDonald’s, y se inclina hacia el filete de pescado y los Big Macs. Incluso apareció en un comercial de televisión de McDonald’s en 2002.
KFC


 

En 2016, Trump publicó una foto de sí mismo en Twitter disfrutando de un cubo de pollo frito y lo que parecen ser recipientes de puré de papas y salsa de KFC. Ojalá estuviera compartiendo esa gran comida con otros en su jet privado, aunque no podemos culparlo si es fanático de las sobras.

 

Diet Coke

 

El presidente Trump tiene una relación complicada con la Coca-Cola Light. En 2012, tuiteó que nunca había visto a una persona delgada bebiendo Coca-Cola Light, llamándola «basura». Sin embargo, la toma, si la botella junto a su silla en la Cumbre del G20 en 2017 es algún indicio. Time incluso afirmó que Trump tiene un pequeño botón rojo en su escritorio en la Oficina Oval que enviará a un mayordomo con una Coca-Cola o Coca-Cola Light.

 

Burger King

Teniendo en cuenta su amor por la comida rápida, no sorprende que Trump tenga afinidad por Burger King. Incluso lo comió en su jet privado en 2015 después de que su conductor recogiera la comida en un drive-thru.

Pizza Hut

Trump hizo un comercial para Pizza Hut con su entonces esposa Ivana sobre cómo comen primero la masa de pizza de masa rellena de Pizza Hut. Aparentemente, desde entonces cambió sus hábitos en lo que respecta a la corteza — o fue un truco de marketing.

Wendy’s

La comida rápida y el jet privado de Trump parecen ir de la mano. Cuando el ex presidente de la Universidad Liberty, Jerry Falwell Jr., voló en el jet de Trump después de un evento de campaña en 2016, Trump sirvió hamburguesas de Wendy’s, según The Washington Post.

 

Oreos

 

Al presidente le encantan las galletas Oreo — o solían hacerlo. La cuestión es si realmente las come, ya que afirmó que estaba renunciando a la icónica galleta cuando la empresa matriz de la marca despidió a 600 trabajadores de su planta en Chicago en 2016.

 

Huevos y tocino

 

Aunque el presidente no es un gran fanático del desayuno, le gusta disfrutar del tocino y los huevos. Puede que a su médico no le guste eso, pero ¿ quién impedirá que el presidente coma tocino?

 

Siguiendo  atento el conteo de los votos, el Chef Independiente de la Casa Blanca sueña con que la residencia cambie de inquilino, para poder volver a hacer su salmón a la parrilla con verduras grilladas. Y servirlo personalmente en los jardines de la casa, para el Presidente y sus invitados.

 

Emilio R. Moya

 

Fuentes: revistavisavis.com, mibrujula.com, blog.cheapism.com, ticbeat.com, White House
Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

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