EL LIBRO MALDITO DE LA COCINA

A PROPÓSITO DEL 1º DE MAYO

 

 

LOS MÁRTIRES DE CHICAGO

Un grupo de sindicalistas-anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por promover y participar en las marchas masivas que se iniciaron el 1 de mayo de 1886.  El centro de su lucha fue exigir mejores condiciones laborales y jornadas de ocho horas de trabajo. Las jornadas de protestas tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket.

 

 

La celebración del 1º de mayo, en homenaje a los Mártires de Chicago, se estableció en 1889 en un encuentro del Congreso Obrero Socialista de París, para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras por parte, fundamentalmente, de los movimientos socialistas, anarquistas y comunistas, entre otros. Con el tiempo, varios países se sumaron a la fecha y hoy se celebra en casi todo el mundo.

 

DE LOS LIBROS Y SU NATURALEZA

 

 

Hay libros, irreales o no, que tienen la pretensión de ser terminales en su naturaleza y alcance. De los primeros el más conocido quizás sea el Necronomicón de H.P. Lovecraft, atribuido al árabe Abdul Al-Azred. Volumen inventado donde los haya, sus páginas contendrían conjuros capaces de fulminar a civilizaciones enteras.

Entre los segundos el caso del malogrado William Powell merece una mención aparte. Su bibliografía no es poca cosa, y buena parte de ella la escribió con su esposa Ochan Kusuma-Powell. “Transformándose en un maestro emocionalmente inteligente” o “Cómo enseñar en la actualidad: cinco claves para el aprendizaje personalizado en el aula global” son dos de los muchos títulos en donde encontrar respuestas sobre el valor de la docencia, la inteligencia emocional y las bondades de las escuelas internacionales. No hay nada de raro en esto. Ambos especialistas consagraron su vida al desarrollo de estos centros de enseñanza por más de 30 años. Los dos se abocaron en cuerpo y alma al auxilio de jóvenes con problemas cognitivos, déficit de atención y otras dificultades de aprendizaje. De alguna forma, la pareja quiso moldear un mundo mejor.

No obstante, y acá sí que viene la distorsión, hacer una búsqueda de William Powell como autor arroja casi 56 mil entradas de Internet. Ninguna tiene que ver con estos textos edificantes. Por el contrario, todas se refieren al Libro de cocina del anarquista (The Anarchist Cookbook). Y la verdad es que detrás de ese título quizás se encuentre un Necronomicón moderno.

 

EL LIBRO Y SU CONTEXTO

 

Ray Bradbury, autor de grandes obras como ‘Crónicas Marcianas’ y ‘Farenheit 451’, dijo una vez que un libro era «un arma cargada». Esta expresión metafórica hace referencia a la influencia que una obra puede tener sobre el lector en términos de aprendizaje de nuevos conocimientos, apertura de nuevos puntos de vista y adopción de novedosos instrumentos con los que analizar el mundo y proceder a la crítica del mismo.

Los 70 fueron una década convulsa. En plena Guerra Fría se produjeron hechos que marcarían el futuro del mundo, como la Crisis del Petróleo de 1973, el escándalo del Watergate, la Guerra de Vietnam, el genocidio camboyano o la Revolución Iraní.

Mientras todo esto sucedía, la producción cultural seguía su curso imparable. En la gran pantalla se estrenaron, entre muchas otras películas, ‘La Naranja Mecánica’, ‘El Padrino’ o ‘Taxi Driver’. En el plano musical, bandas como Led Zeppelin y Black Sabbath comenzaron a ganar notoriedad, y otras Aerosmith o AC/DC daban sus primeros pasos.

Además, en plena resaca del movimiento hippie, surgió el punk con los Ramones y The Clash como máximos exponentes. Si bien los primeros esgrimían un estilo más nihilista, los segundos estaban muy comprometidos políticamente. Sin embargo, ambos compartían una misma sensación de repulsión ante la sociedad del momento.

 

 

Aquel sentimiento era compartido por muchísimas personas, especialmente en los EEUU, país inmerso en la impopular Guerra de Vietnam. Allí, algunas personas expresaron aquellas sensaciones de rabia e impotencia en textos que acabaron convirtiéndose en verdaderos manuales de lucha contra un gobierno injusto y supervivencia de un sistema hostil.

 

 

EL LIBRO DE COCINA DEL ANARQUISTA

 

 

Años antes de fallecer por un infarto en 2016, William Powell, autor del libro, expresó en repetidas ocasiones su voluntad para que “El libro de cocina del anarquista” se dejase de imprimir y fuera retirada de todos los espacios donde se encontraba a la venta. En Amazon, donde aún se puede adquirir el libro, Powell escribió un mensaje para explicar las razones que le llevaron a estar en contra de su propio trabajo. Estas causas fueron los constantes vínculos de la obra con numerosas acciones criminales, como el secuestro de un avión en 1976 por parte de un grupo ultranacionalista croata o el ataque terrorista al edificio de la policía en Oklahoma en 1995. Además, los autores de la masacre de Columbine o del ataque a un instituto de Colorado en 2013, también estuvieron relacionados con la obra de Powell.

En un artículo en The Guardian en 2013, reconoce que lo que le llevó a realizar aquella obra cuando tenía 19 años, allá por 1969, fue su errónea convicción de que «la violencia podía ser usada para prevenir la violencia», y luchar así contra el Ejército de EE.UU, el cual le perseguía para enviarlo a pelear «y, posiblemente a matar o morir en Vietnam». El adolescente Powell, que años después se convertiría en un profesor implicado en el desarrollo educativo de varias regiones africanas, dividió la obra en cuatro capítulos.

El primero explicaba cómo conseguir o elaborar drogas como marihuana, peyote, anfetaminas, cocaína o heroína.

El segundo, abordaba diversas formas de sabotaje, desde dispositivos electrónicos como micrófonos, radios o teléfonos hasta motores de vehículos.

El tercero compilaba los diferentes métodos de lucha cuerpo a cuerpo, así como las instrucciones sobre cómo construir armas caseras como pistolas, rifles y hasta silenciadores.

El cuarto capítulo aglutinaba los pasos para elaborar explosivos como nitroglicerina, dinamita o TNT.

 

 

La razón por la que el libro todavía puede ser adquirido por cualquiera se debe a que Powell vendió sus derechos sobre él. Los derechos de publicación pertenecen al editor, Billy Blann, que se ha negado a detener la impresión del libro, que ha vendido más de dos millones de copias y se puede adquirir en Amazon por unos 22 dólares. La primera enmienda de la Constitución defiende la libertad de prensa y limita a muy extrañas ocasiones la prohibición de la  publicación de libros.

 

¿CUÁL ES EL VERDADERO POWELL?

 

Conviene hacer un alto acá para formular la pregunta que dicta la lógica: ¿El del “Libro de cocina del anarquista” es el mismo William Powell de los estudios sobre inteligencia emocional? La respuesta podría ser sí y no.

Sí, antes de 1971 Powell era otro. Su biografía lo sitúa como dependiente de una librería en Nueva York, un niño de familia acomodada que decidió vivir la contracultura a tope, que presenció episodios de represión policial contra los activistas por los derechos humanos, que resolvió escribir este libro cuando lo llamaron a prestar servicio en Vietnam, y decidió trasladar la guerra a su país.

Su modus operandi de tan sencillo parece una mentira: fue a la biblioteca pública de la ciudad de Nueva York, y allí se dio cuenta de que podía consultar los manuales militares sin siquiera pedir permiso. Así que se dispuso a dibujar a pulso y a copiar paso a paso recetas para crear nitroglicerina, TNT, silenciadores de pistolas, lanzagranadas, drogas y decenas de artilugios de combate desde la cocina de mamá.

 

 

Su premisa era simple: si esa información estaba al alcance de todos, y nadie se daba cuenta del descuido, era necesario compilarla y compartirla con todos los ciudadanos para que estuvieran en igualdad de condiciones ante cualquier enfrentamiento con el gobierno. El libro bomba ya estaba hecho.

 

EL PROFESOR POWELL

 

Este correlato del sueño americano luego se bifurca en muchos caminos. Powell consigue publicar el Libro de cocina del anarquista después de una treintena de rechazos editoriales. Firma un contrato desigual. Se casa, se aleja del texto, se hace papá y se convierte a la religión anglicana. Ahí nace el Powell ejemplar, el pedagogo que comienza a estudiar el tema de la educación y de la inteligencia emocional. También nace el Powell que cede todos los derechos de autor del “Libro de cocina del anarquista” por 10 mil dólares. Y, muere al nacer el posible Powell multimillonario, el que ve cómo su creación llega a más de 2 millones de copias vendidas sin recibir un centavo de esa maquinaria capitalista que aún parece solazarse en su total falta de conciencia.

No sólo eso. William Powell, ese nombre que firma la tapa negra del recetario, es quien cargaría con las culpas y el remordimiento de tragedias como las de la escuela secundaria de Columbine, la del tiroteo en el cine de Aurora, la de la preparatoria de Araphoe y la del atentado de Oklahoma City. En esos, y muchos otros episodios de esta saga de tragedias, los perturbados se ayudaron con las recetas del “Libro de cocina del anarquista” para elaborar sus explosivos desde la comodidad del hogar.

En esta era de internet en la que todo se sabe Powell padeció un vía crucis laboral. Escuela que se enteró de su libro de adolescencia rescindió su contrato con el anarquista. Otras ni siquiera le destinaron una mirada. Desesperado, el autor se desmarcó de su creación redactando en Amazon una descarga sobre lo que él mismo había parido en cuatro meses febriles: “Declaro categóricamente que estoy en desacuerdo con el contenido del Libro de cocina del anarquista. La considero una publicación desacertada y potencialmente peligrosa que debería ser sacada de circulación”. De nada sirvió.

 

EL LIBRO MALDITO HOY

 

El Libro de cocina del anarquista ahora es un bestseller con miles de ejemplares vendidos y entradas en Youtube, en donde adolescentes hacen estallar bombas entre el regocijo de sus pandillas. La paradoja es bastante macabra: el pedagogo que se preocupa por los jóvenes es al mismo tiempo el autor de un manual utilizado para matar en las escuelas.

Cada cual asume sus derrotas como puede. Powell lo hizo refugiándose en un pueblito de la Francia más recóndita: Massat. Allí no quiso saber de nada. Vivió en una casa burguesa. ¿Sus vecinos? Hippies viejos que, al fracasar en el mayo francés, se refugiaron en el mismo lugar. Ninguno lo reconoció al cruzar las calles de la aldea. En Amazon aún se puede conseguir un ejemplar del “Libro de cocina del anarquista por menos de 25 dólares. Algunos compradores se quejan de que no es la versión original, de que algunas recetas fueron alteradas por el FBI para que no pasara nada al prepararlas o para que la bomba explotara junto con un terrorista en potencia con el fin profiláctico-social de evitarse acciones futuras.

En 2016 Powell accedió a ser entrevistado por Charlie Siskel en el documental American Anarchist. Temeroso, retórico y a ratos expiatorio comentó cada una de sus cuitas a raíz de la publicación de ese libro maldito del que nunca preparó una de sus recetas. Sólo en una parte de la entrevista pareció volver a salir aquel Powell de 19 años. Fue el momento en el que habló de las amenazas de muerte vertidas sobre su persona por haber escrito ese engendro. Siskel hizo la pregunta del millón: ¿Acudió a la policía en ese entonces? En un raro instante en el que se mezcló el absurdo con la coherencia el personaje no se escudó en las medias tintas: “No, no lo hice. Compré una pistola”, dijo antes de proseguir con una sonrisa de hastío. “Sería irónico que el autor del “Libro de cocina del anarquista” acudiera a la policía por una amenaza de muerte.” La suya no vino bajo ningún ultimátum. Un infarto lo sorprendió el 11 de julio de 2016 en unas vacaciones familiares. Se fue al otro mundo de forma discreta. En éste aún quedan sus dibujos, recetas y una prosa virulenta escrita por un joven estudiante. Su libro, ya se dijo sigue engrosando la cuenta corriente de algún inescrupuloso capitalista al que las vidas humanas le importan mucho menos que los dólares. Y las injusticias por las que lucharon los mártires de Chicago, por las que luchó como educador un William Powell que sin renunciar a sus ideales, entendió que el camino no era la violencia sino la educación, siguen tan presentes en esta sociedad cada vez más deshumanizada.

 

 

Emilio R. Moya

 

Fuentes: vice.com, menzig.es, heraldo.es, elestimulo.com, amazon.es/Anarchist-Cookbook-William-Powell/

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

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