11 DE OCTUBRE #COMINGOUTDAY

DÍA INTERNACIONAL PARA SALIR DEL CLÓSET

 

 

El Coming Out Day en inglés, comenzó en 1988 a instancias de Robert Eichberg y Jean O’Leary. Eichberg, quien falleció en 1995 por complicaciones relacionadas con el VIH, fue un psicólogo de Nuevo México y fundador del taller de crecimiento personal «The Experience». O’Leary, por su parte, fue una líder política abiertamente lesbiana y activista neoyorkina, y en aquel momento jefe del National Gay Rights Advocates (defensores nacionales de los derechos gay) de Los Ángeles. Los activistas LGBT, incluidos Eichberg y O’Leary, no querían responder defensivamente a las acciones anti-LGBT de aquel momento, porque creían que podría ser algo predeciblemente negativo. Esto les llevó a establecer el día para salir del clóset, a fin de mantener un enfoque positivo, y celebrar la salida del armario.

 

 

Se eligió la fecha del 11 de octubre, porque es el aniversario de la Marcha nacional de 1987 por los derechos de lesbianas y gays en Washington, D.C, a la cual acudieron más de 500.000 personas, para pedir ante el Congreso y el gobierno de los EE. UU., igualdad de derechos.

“La mayoría de las personas piensa que no conoce a ningún gay o lesbiana, y de hecho, todos tienen a alguien conocido. Por eso es imperativo que salgamos y les hagamos saber a las personas, quiénes somos y que les quitemos sus miedos y estereotipos”.

 

Robert Eichberg (1993)

 

 

Los participantes son animados en este día a usar los símbolos del orgullo gay, como el triángulo rosa, la letra griega lambda y los colores del arco iris, para demostrar su presencia en todas las instancias sociales, sin importar la edad o el grupo étnico al que se pertenezca, contribuyendo a que la sociedad sea más abierta, acerca del ser diferente en la vida diaria. ​

 

EN LA MESA TAMBIÉN, TODOS SOMOS DIFERENTES

 

 

Qué mejor homenaje podemos hacer a quiénes lograron esas conquistas, que salir nosotros mismos de nuestro clóset gastronómico. Sí, no se sorprenda amable lector. Usted, yo y el resto de los mortales tenemos gustos diferentes. Y sin embargo, generalmente se nos ofrece lo mismo. Existe un discurso no escrito transformado en prácticas hegemónicas que atraviesa nuestra cocina. Es hora de que tomemos conciencia de cómo funciona y de cómo hacer valer nuestros derechos.

 

EMPECEMOS POR EL ASADO

 

 

En la Argentina el punto normal de cocción del asado es único en el mundo, al igual que la creencia en nuestras carnes: seco como lengua de loro. Me he cansado de pedir, rogar, implorar, sugerir que por favor a mí me sirvan un trozo bien jugoso. Apenas caliente por dentro. Lo mejor que consigo en general, es un punto medio.

 

 

Es hora de que me plante y diga: Basta. Si no respetan mi voluntad, no me inviten más a comer, que yo llego para el postre y el champagne. No me obliguen a comer charqui.

 

ASÍ ME GUSTA A MÍ

 

Lo mismo si a Usted le encanta la carne carbonizada, tiene derecho a comerla así. Y al mismo tiempo que los demás. No es justo que todos hayan comido y usted esté esperando sus costillitas una hora después que todos. Se supone que el asador nos invita para agasajarnos así que si no somos claros en nuestros reclamos, no va a cambiar nunca.

 

ASÍ LE GUSTA A MI CUÑADA

 

Y ni hablar si nos va así a los carnívoros, del destino de los veganos y vegetarianos. Les reservan un costadito de la parrilla para poner unas rodajitas de papa, unas de berenjena y para de contar. Les queman las cebollas y un pimiento en el carbón prendido y que se llenen con ensaladas

 

 

¿Por qué? Si cada vez son más y tienen sus derechos. Y en cada familia los jóvenes se vuelcan más y más a esta elección. Yo les sugiero la siguiente charla:

-Papá, vos sabés que te amamos. Pero te quejás de que cada vez venimos menos a la mesa los domingos a los asados. ¿A qué querés que vengamos? No nos molesta en absoluto que comás carne, chorizos o morcilla. Pero ¿hay necesidad de llenar la parrilla de toneladas de grasa de chinchulines, tripa gorda, mollejas y sesos? Y de no dejar un lugar decente para nuestras verduras. ¿Alguna vez te preocupaste por aprender a asarlas y a cocinarlas como se debe?

 

 

No te das cuenta que esas achuras no solo nos dan asco, sino que nos dan angustia. Porque son grasa pura que va directo a taponar tus venas y tus arterias. Y que eso más temprano que tarde te va a jorobar el corazón. Y sabés una cosa: nosotros somos los que vamos a sufrir cuándo eso pase. ¡Queremos nuestras verduras!

 

ASÍ LES GUSTA A MIS SOBRINOS

 

Y si entramos en cuestiones de género: no es hora de que las mujeres salgan del clóset y se pregunten ¿quién carajo dispuso que nuestro papel en los asados es hacer las ensaladas? ¿Qué somos infra dotadas, no sabemos encender fuego, no podemos asar una tira? Porque no pelan ustedes las papas para la ensalada y hierven los huevos duros, mientras nosotras prendemos el fuego. “Ah, y córtenlas bien que siempre se quejan si están muy chiquitas o muy grandes”.

 

 

SIGAMOS CON LOS CHEFS

 

 

La televisión está plagada de chefs como nunca antes lo estuvo. Hablan con la autoridad de expertos y la infalibilidad de Papas. Su discurso altivo y prepotente, cuánto más agresivo, más rating proporciona a los medios. Y ni hablar de los miles de programas de cocina, canales de cocina, blogs de cocina, Instagram y hasta tic toc.

 

 

Pasan de hablar de quinoa a agar-agar y de sorrentinos a dim-sum, con la misma seguridad que un médico que pasara a hablar de oftalmología a neurocirugía y de traumatología a cardiología. Un poco de respeto. En la cocina, como en cualquier actividad humana hay especialidades. El Bulli cerró hace diez años. Ferrán Adriá hay uno solo y uno tiene que bancarse a cada tilingo diciendo que hace cocina molecular, cuando ni siquiera fue una vez a comer al Bulli.

 

 

Salgan del clóset manga de chantas. El que sabe de arroces hable de arroces. El que sabe de carnes hable de carnes. El que sabe de pescados y mariscos, pues de pescados y mariscos y el que sabe de pastas caseras, de agnolottis y taglietelles. Pero no le vendan más a un público indefenso un discurso que no se sostiene.

 

Y TERMINEMOS CONMIGO

 

 

Yo también tengo que salir del clóset. La libertad de prensa es un ideal regulatoria. Un horizonte al que aspiramos todos aquellos que tenemos la posibilidad de escribir en un medio. Pero esto no significa que seamos libres. Somos lo más libre que podemos. Pero nos condicionan muchos factores. Tenemos amigos y eso condiciona nuestra objetividad. Es difícil criticar a los amigos. Tenemos nuestras preferencias gastronómicas y nuestros gustos que tratamos de dejar de lado, pero no siempre lo logramos. Formamos parte de empresas periodísticas que tienen anunciantes, y aunque nunca nos prohíban escribir nada, podría darse el caso de que chocara nuestra opinión con los intereses del anunciante. Afortunadamente, eso hasta hoy no me ocurrió. Pero podría pasarme. Y por otra parte muchas veces debo basarme en fuentes, ya que los temas que abarca nuestra página son demasiado amplios para que los conozca todos. Al respecto me guío por el manual de estilo periodístico y confirmo cada dato al menos con tres fuentes independientes. Pero eso no garantiza la información al 100 % como cuando es de primera mano.

 

 

Así que amable lector aproveche este día para reflexionar y tratar de saber quién es usted en realidad. Qué cosas lo hacen feliz y cuáles no. Aceptese tal cual es y acepte sus gustos. Y exija que sean respetados. Porque todos somos únicos.

 

Emilio R. Moya

 

Fuentes: agenciapresentes.org

 

Oscar Tarrío

Director Periodístico Chefs 4 Estaciones en Chefs 4 Estaciones / Ex Editorial Diario La Capital

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